Planes para conquistar Berlín, de David Granda

Planes para conquistar Berlín

El pasado 2022 llegó a las librerías “Planes para conquistar Berlín” de la mano de Libros del K.O. Se trata de un concienzudo estudio periodístico sobre contracultura, punk y clandestinidad en Alemania Oriental durante los años de la Guerra Fría. Según reza la contracubierta, este libro puede leerse como: a/un sofisticado ensayo sobre la represión de la disidencia cultural en estados totalitarios, b/un libro de historia del ocaso del comunismo contado a través de sus conciertos, c/una novela de espías con banda sonora de terremoto punk, d/un bestiario mitómano de dandis politoxicómanos (…), e/una elegía de la escena alternativa surgida a ambos lados del Muro, que desapareció tras el derribo de la frontera f/un delicadísimo  mapa sentimental de la ciudad más carismática de Europa (…)”. ¿Da para tanto este libro? Pues eso es lo que voy a comentar en los próximos párrafos.

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Even Hell Has Its Heroes, el documental sobre el grupo Earth

Allá por 2010-2012 estuve enganchado durante una temporada a la prosa polvorienta de Cormac McCarthy. Leí de forma casi compulsiva “Meridiano de Sangre” y la trilogía de la frontera (“En la frontera”, “Todos los caballos hermosos” y “Ciudades de la llanura”). Mientras lo hacía, a menudo me ponía de fondo el “The Bees Made Honey In the Lion’s Skull” (2009), o las dos partes de “Angels of Darkness, Demons of Light” (2011 y 2012) de la banda Earth, y sentía que esa música se amoldaba a los textos con precisión y suavidad. Esa infinitud oscura y deliberadamente monótona de las canciones parecían planear vigilando escenas de violencia desatada sobre los mismos desiertos en los que McCarthy sitúa sus novelas, como si se hubieran concebido expresamente para ser su Banda Sonora Oficial de esos libros. Pues bien, el otro día mientras veía el documental “Even Hell Has Its Heroes. The Music of Earth” (2023) me topé con una conversación en la que músicos del grupo comentaban su afición por las novelas de McCarthy. Pegué un salto en el sofá y le grité a la pantalla algo en plan “¡Veis! ¡Esto es justo lo que yo os quería decir!” La pinta de imbécil que se me debió de poner tuvo que ser digna de un meme. 

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