Planes para conquistar Berlín, de David Granda

Planes para conquistar Berlín

El pasado 2022 llegó a las librerías “Planes para conquistar Berlín” de la mano de Libros del K.O. Se trata de un concienzudo estudio periodístico sobre contracultura, punk y clandestinidad en Alemania Oriental durante los años de la Guerra Fría. Según reza la contracubierta, este libro puede leerse como: a/un sofisticado ensayo sobre la represión de la disidencia cultural en estados totalitarios, b/un libro de historia del ocaso del comunismo contado a través de sus conciertos, c/una novela de espías con banda sonora de terremoto punk, d/un bestiario mitómano de dandis politoxicómanos (…), e/una elegía de la escena alternativa surgida a ambos lados del Muro, que desapareció tras el derribo de la frontera f/un delicadísimo  mapa sentimental de la ciudad más carismática de Europa (…)”. ¿Da para tanto este libro? Pues eso es lo que voy a comentar en los próximos párrafos.

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Rastros de Carmín de Greil Marcus, los fantasmas del pasado y la cara más aburrida del punk

El 23 de julio de 2020 me hice con un ejemplar de Rastros de Carmín: La historia secreta del siglo XX de Greil Marcus, un clásico de la literatura sobre el movimiento punk, publicado originalmente en inglés en 1989 y reeditado en 2019 por la Editorial Anagrama. Recuerdo la fecha exacta en que lo compré porque aquel día se celebró en Cataluña un pequeño Sant Jordi, después de que la pandemia COVID19 obligara a cancelar la fiesta mayor de los libros en el mes de abril.

Rastros de Carmín analiza el fenómeno punk no como una mera manifestación musical, sino como un fenómeno mucho más amplio, cuyo común denominador es el ejercicio de una subversión cultural extrema como medio a través del cual se pretendían alcanzar transformaciones sociales de profundo calado. Un texto así tenía su post reservado en Spam de Autor desde el momento en que cayó en mis manos. Sin embargo, me ha llevado más de un año publicar esta entrada del blog. No sé cuántas veces he abandonado la lectura a la mitad por puro tedio, ni cuántas he aparcado la redacción de este post por no encontrar nada interesante que contar sobre un ladrillo de este calibre.

En fin: no os hacéis a la idea del alivio que me queda ahora que me he quitado de encima este marrón. 

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A vueltas con “New Day Rising”

Cada mes en Noche de Rock se selecciona un disco clásico al que se le dedica un espacio en su programa de radio y una reseña especial en su web. En su momento ya colaboré con esta sección cuando reseñé “The Velvet Underground & Nico”, y ahora que me han ofrecido repetir me he tirado a por el “New Day Rising” de Hüsker Dü.

¿Motivos por los que he escogido este álbum? Casi todos. Es un disco que me encanta; de hecho he hablado varias veces de él en el blog, incluso en algún post muy malo del que no pienso poner aquí un enlace. Hace apenas unas semanas se cumplió el 30 aniversario de su publicación, y pensé que se merecía un buen recordatorio. Por otro lado, me parece uno de los mejores para introducirse en la discografía del grupo: supone un punto de inflexión en su sonido, que aquí no es tan cafre como en el doble “Zen Arcade” (1984) ni tan power pop como en “Candy Apple Grey” (1986) o en “Warehouse: Songs and Stories” (1987). En esta categoría de “disco bisagra” queda empatado con “Flip Your Wig” (1985), y ahí ya busqué el desempate en las canciones concretas: “Flip Your Wig” trae una de mis muy favoritas del grupo, que es “Green Eyes”, mientras “New Day Rising” trae dos de las preferidas, “The Girl Who Lives on the Heaven Hill”. Así que, aunque sea por la mínima, “New Day Rising” también gana en este aspecto.

Y de momento no tengo mucho más que añadir que no haya dejado escrito en la reseña de Noche de Rock. Ahí dejo otra vez enlace.

El estado de las cosas de Kortatu. Lucha, fiesta y guerra sucia

KORTATUALTA

Ya he hablado más veces acerca de la propuesta de la colección Cara B de la editorial Lengua de Trapo y las sorpresas que nos ha deparado durante el año 2013. Una de ellas ha sido el libro de Roberto Herreros e Isidro López dedicado a “El estado de las cosas” (1986), el segundo de los tres LPs de estudio que lanzaron los irundarras Kortatu. Sigue leyendo

Enciende la mecha #7 . Dossier Torrelavega 80’s.

Enciende la mecha

El pasado 27 de diciembre se presentó en la Oveja Negra de Torrelavega el #7 del fanzine Enciende la Mecha. Este número triple de la revista de Chevas va dedicado íntegramente a un dossier sobre la música que se hizo en Torrelavega entre 1980 y 1995. Y el resultado es tan exhaustivo y sorprendente que digo con la boca bien grande que se trata de una obra maestra. Sigue leyendo

Our Band Could Be Your Life: Scenes from the American Indie Underground 1981-1991

Por fin he terminado de leer este libro de Michael Azerrad, publicado por primera vez en los Estados Unidos en el año 2001, en el que se repasa la escena del rock independiente americano de la década de los ochenta a través de la historia de algunas de sus bandas más representativas: Black Flag, The Minutemen, Mission of Burma, Minor Threat, Hüsker Dü, The Replacements, Sonic Youth, Butthole Surfers, Big Black, Dinosaur Jr., Fugazi, Mudhoney y Beat Happening. Y el resultado es sobresaliente, un trabajo esencial sobre la música y la contracultura norteamericana de finales del siglo XX. Así que ahí va un resumen de algunas de las cosas que he sacado en claro de esta lectura. Sigue leyendo

Minutemen: cultura por y para la clase trabajadora

W Jam Econo - Minutemen

Entre 1980 y 1985 los Minutemen, el trío formado por Mike Watt, D. Boon y George Hurley, fueron uno de las bandas más inclasificables de la escena punk underground californiana. En el libro “Our Band Could be your Life”, Michael Azerrad habla así del modo en el que la banda concebía su forma de vivir el rock&roll.

    Con líneas inspiradoras como “vivo el sudor pero sueño con años luz” los Minutemen sentían que su música estaba hecha por, para y sobre gente trabajadora. “Lo primero es dar confianza a los trabajadores”, dijo Watt. “esto es lo que intentamos hacer con nuestras canciones. No se trata de enseñarles “el camino” sino de decir “Míranos, somos chicos trabajadores y también escribimos canciones y tocamos en un grupo”. No es como si fuera la única cosa que hicieras en tu vida, pero por lo menos hacemos algo que da confianza. Puedes oír una canción que ha escrito el chico que está a tu lado en tu fábrica”.

    La idea del trabajador tuvo bastante peso en Minutemen. Entre 1982 y 1984, Boon publicó un fanzine titulado ‘Prole’, que duró seis números. Boon escribió artículos políticos e historietas, y Watt hizo reseñas de discos. Y en noches especiales Boon programaba bandas del underground local en un teatro para 300 espectadores en San Pedro, y le cambiaba el nombre de Star Theater por el de Union Theater. Los conciertos empezaban temprano para que la gente trabajadora pudiera volver a casa a una hora razonable. “D. Boon creía que los trabajadores debían tener cultura en su vida –música y arte- y no tenerla te hacía adoptar un falso estilo de vida del rock&roll”, dice Watt.

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Las aventuras editoriales de los bros Hernández (I)

Locas de Jaime Hernández

Imagen de la cubierta de Locas: Maggie y Hoppey #1

En 1996 compré mi primer cómic de uno de los hermanos Hernández. Fue el primer número de “Río Veneno” de Beto Hernández, publicado por Ediciones la Cúpula, quienes han editado todo el material de los bros disponible en España. No recuerdo qué hizo que me picara la curiosidad, pero lo cierto es que me enganché, y así han seguido cayendo un buen puñado más de cómics hasta la el día de hoy. Sigue leyendo

Lo mejor del año: la escena independiente norteamericana de los primeros 80

Descendents

Llegadas las últimas semanas de diciembre, parece que uno no es nadie si no repasa lo que más le ha gustado del año que termina, así que no me queda otra opción que escribir unos pocos posts dedicados a algunas de aquellas cosas que han acaparado mi atención durante estos últimos doce meses.

Y una de ellas ha sido el indi americano de los primeros años de la década de los ochenta. Durante este 2012 he visto en directo a Adolescents, a Descendents, a Dead Kennedys, a Jello Biafra y a Meat Puppets. Y si nos estiramos, también Swans entrarían en esa quinta. Solo me ha faltado haber podido acercarme a ver a los Zeros para hacer un pleno. En cuanto a libros, he leído “Tenemos la bomba de neutrones” de Mark Spitz y Brendan Mullen, dedicado a los inicios de la escena punk de Los Ángeles, y también el magnífico “Our Band Could Be Your Life” de Michael Azerrad sobre la escena independiente de los Estados Unidos durante la década de los ochenta. Si reviso lo que he escuchado según las estadísticas siempre inexactas de last.fm, en las primeras posiciones encuentro discos como “I Don’t Wanna Grow Up”, “Milo Goes to College” o “All” de Descendents, “Frankenchrist” de Dead Kennedys o la compilación “Post-Mersh, Vol. 1” de Minutemen. E incluso cinco de los posts que he publicado en este blog hablaban de forma directa o indirecta sobre esta generación de bandas.

En un año en el que las Reagonomics han vuelto con más fuerza que nunca creo que es un ejercicio saludable recordar de qué manera reaccionó parte de la música contra aquella primera ola de neoliberalismo. En los primeros años de los ochenta se vivió la aparición de una red de apoyo mutuo que a lo largo y ancho de los Estados Unidos unió grupos, salas, fanzines y aficionados dentro de una gran escena, en la que el compromiso artístico estaba ligado de forma muy estrecha a una ética de trabajo basada en la autogestión y en una actitud de coherencia y honestidad. Se podría decir que la escena underground vivió un proceso de empoderamiento, por el cual su protagonismo como actores que se movían por un circuito totalmente independiente de la gran industria del entretenimiento.

Y, qué leches, escuchar una música cargada con tanta energía siempre ayuda a que uno se siga sintiendo como un eterno adolescente.

Bibliografía vintage: Ramones

Ramones

Cuando era un crío me gustaban Stooges, MC5 y todo eso, hasta que de repente dejó de interesarme la música. Ya nadie tocaba rock’n’roll. Entonces fue cuand ose me ocurrió que tenía que montar mi propia banda para tocar rock. Pero, actualmente, a nadie parece gustarle el rock’n’roll, no lo entiendo. Si le pregunas a un crío cuál es su grupo favorito, prosiblemente te responda que Bronski Beat. (…) Los críos de antes eran rebeldes, les iba el individualismo. Decían: “que se joda el sistema, que se joda la autoridad”; no querían saber nada de todo aquello. Los chavales antes se arriesgaban, se atrevían con todo, especialmente en los años 60. Creo que los 60 revolucionaron mi modo de vida. No puedo entender cómo los de ahora aceptan las cosas, especialmente la música. Supongo que no saben más. No creo que culture Club o Duran Duran puedan ser modelos a seguir para los adolescentes de hoy en día. A lo único que te motivan es a salir y comprarte un secador de pelo o un sintetizador”. (Dee Dee Ramone, págs. 102-103)

Mientras buscaba documentación para el post sobre la colección Rock/pop Ediciones Cátedra cayó en mis manos el volumen dedicado a los Ramones, y ya que estamos con el tema de los libros de música viejos y me gusta el grupo aprovecho a dedicarle un post exclusivo.
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