Paris Is Burning

Paris Is Burning es el título de un documental dirigido por Jennie Livingston que retrata la comunidad de gays y transexuales negros y latinos del barrio neoyorkino de Harlem a finales de la década de 1980. La película se estrenó en 1991, recibió los parabienes de parte de la crítica y cosechó un puñado de premios internacionales. Yo había oído comentarios sobre ella en infinidad de ocasiones, pero no he llegado a verla hasta que hace unos días descubrí que se puede encontrar en Youtube, enterita y con subtítulos en castellano. Y me ha gustado tanto que voy a dedicarle este post. 

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Resumen del 2020 contado por Charlie XCX

Después de diez meses de hablar a todas horas sobre lo que es y lo que deja de ser el 2020, me da una pereza tremenda pensar en resúmenes de lo mejor del año y este tipo de historias. Total, tampoco tengo tanto que contar: me he pasado semanas y semanas encerrado en casa, apenas he visto películas enteras, casi todas las series y los cómics decentes que han caído tienen su propio post en el blog, y la mayoría de los libros que he leído han sido meros pasatiempos que en el fondo me han dado un poco igual.

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El arte de pasear: How To with John Wilson.

El 1 de diciembre se estrenó el último episodio de How to with John Wilson, una miniserie de HBO que me ha brindado algunos de los minutos de televisión más sorprendentes que he visto en este infausto 2020. Buena parte de sus imágenes reflejan lo que John Wilson se encuentra por la calle mientras se pega sus buenos paseos. Y, dado que yo también practico de manera activa el andar por andar y el quedarme mirando cualquier cosa, aprovecharé el post sobre la serie para hablar sobre paseos y paseantes.

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Dietario de cómics (II)

Hace unas semanas me hice una cuenta en Reddit, y uno de los primeros subreddits a los que me subscribí fue /graphicnovels. Supuse que ahí los usuarios estarían comentando novedades editoriales interesantes que van apareciendo en los mercados guiris, para así estar al día y anticiparme a los lanzamientos en castellano. Bueno, pues va a ser que no. Los participantes se limitan a colgar fotos de sus colecciones particulares o de sus adquisiciones más recientes. Y en ambos casos estas muestran montañas de reediciones integrales de clásicos -V de Vendetta, Watchmen, Sandman, Akira, Agujero Negro, o alguna saga clásica de Marvel o DC-, que viene a ser justo lo primero que se encuentra uno cuando se acerca a la sección de cómics de la Fnac, Casa del Libro, El Corte Inglés o cualquier otra cadena de librerías random. 

De esta forma, el subforo funciona casi como un folleto publicitario de cualquier gran editorial. Todo el mundo postea mensajes idénticos, como si se hubieran convertido en bots involuntarios que solo saben esparcir lo que en cualquier otro contexto sería calificados como spam puro y duro. Yo buscaba un lugar donde charlar sobre las alegrías y las penas que proporciona la lectura de historietas, y aquí encuentro que no hay ninguna conversación posible: prácticamente lo único que diferencia una imagen de otra es el color de la estantería.

En fin, mi moraleja de hoy es la misma que utilizo siempre para casi todo: no utilicéis internet para convertir la vida en algo aún más gris y aburrido de lo que ya es. Y, dicho esto, paso ya a lo importante, que es comentar algunas cosillas sobre Tarde en McBurger’s de Ana Galvañ, El procés explicat als idiotes de Roger Peláez, y la revista Voltio


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Dietario de cómics (I)

Esta tarde estaba fisgando las novedades de la Llibreria Caselles cuando un cliente se ha dirigido al mostrador y ha preguntado por los dietarios que estaban a la venta. Los dependientes, después de consultarse entre ellos, le han contestado amablemente que no tenían ni idea de lo que era un dietario. Como la posterior explicación del cliente ha sido bastante confusa, nadie ha conseguido entender exactamente qué es lo que estaba buscando, así que se ha marchado con las manos vacías. 

Yo tampoco tenía ni idea de qué era un dietario, y la verdad es que la pertinente búsqueda en el diccionario de la RAE tampoco ha terminado de disipar mis dudas. Pero la palabra me ha resultado bonita, así que he decidido meterla en el título de esta serie de posts en los que voy a comentar algunos cómics que he leído últimamente. Para empezar, hoy voy a contar algunas cosas sobre Dance! Kremlin Palace y el primer volumen de Dementia 21 de Shintaro Kago, la edición integral de Isacc el Pirata de Christophe Blain, y Repentless, el cómic del grupo Slayer


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Algunas notas sobre High Score

El 19 de agosto se estrenó en Netflix High Score: el mundo de los videojuegosEsta docuserie narra la historia de los videojuegos clásicos y presenta a los mismísimos visionarios que dieron vida a estos mundos y a sus personajes, según reza la presentación en la plataforma. Vistos del tirón los seis episodios (gracias, ALSA, por estas palizas de viajes en autobús), no he encontrado motivos para la alegría. Más bien me ha parecido un producto pobre y desaborido, una de esas cosas que aportan tan poco que por norma general ni me molesto en comentar por aquí.

El caso es que ya llevaba unas semanas pensando en sacar algún post a modo de colleja hacia youtubers, bloggers y locutores de podcast especialiados en retrogaming que, a pesar de que atesoran decenas de miles de seguidores, continúan arrastrando una clamorosa dejadez en sus guiones y en su puesta en escena, como si no les importara dar la impresión de que nunca tienen nada importante que contar. Pero es que Netflix, a pesar de que dispone de todos los medios del mundo, ha montado un estropicio de serie que tampoco deja claro a dónde quiere llegar.

Por eso, hoy envío un abrazo fuerte a todos aquellos que publican vídeos y podcast en los que al menos demuestran pasión por echar unas partidillas y comentarlo entre amiguetes, que al final es de lo que trata todo esto. Y dedico este post a repasar algunos detalles que aparecen en High Score que no viene a cuento incluir en una historia de los videojuegos, y también otras cosas que no viene a cuento colar en documental de ningún tipo.

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Las madrugadas de La 2 en los noventa

A mediados de la década de los noventa, todavía en la era preinternet, se accedía a contenidos culturales interesantes como malamente se podía. O más bien de puro milagro, si uno vivía en una capital de provincia tan gris como el Santander de la época. Algo se llegaba a rascar si encontrabas algún videoclub que trabajara con distribuidoras independientes o tuviera un buen fondo de cine clásico. En alguna ocasión caía un vídeo interesante en Los 40 de Canal + o  se colaba algo aprovechable entre el desfile de figurines de El País de las Tentaciones, pero nada de esto entraba dentro de lo habitual. Y el mítico viaje iniciático a USA o a UK era un lujo inasumible para la gente de mi clase social. 

Sin embargo, uno de mis pocos refugios contra el muermo vital lo encontré mucho más a mano de lo que parecía: en la televisión pública. Durante mis años de instituto, las madrugadas de La 2 de RTVE me proporcionaron cientos de noches llenas de gozo gracias a programazos como Metropolis, Televisión Líquida o Cine Club

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Diario del (primer) confinamiento

Hace dos meses redacté un borrador con comentarios sobre cosas que me habían mantenido ocupado ocupado durante el confinamiento. Me senté a escribirlo justo cuando pensaba que iba a arrancar la presunta vuelta a la normalidad, y mi intención entonces era que saliera publicado un par de días más tarde. Por desgracia, los meses de mayo y junio trajeron una avalancha de trabajo que me dejó sin tiempo para tonterías, así que el texto quedó aparcado en la memoria de mi ordenador. 

El caso es que mientras preparaba el post del otro día me topé con ese borrador. Y, madre mía, lo estoy releyendo y parece como si hubieran pasado años desde que lo escribí. Todo aquello me resulta ya completamente ajeno. De hecho, ayer comenzó la desescalada de mi segundo período de confinamiento, y esta vez me resultaría imposible escribir un texto así, porque en las últimas semanas apenas he logrado hacer nada digno de recordar. Es como si toda mi paciencia para sobrevivir sin una vida social sana se hubiera agotado entonces. 

Así que para despedir este segundo confinamiento hoy recupero aquellas memorias del primer encierro. Qué tiempos estos tan extraños, en los que uno acaba por sentir nostalgia hasta de tiempos en los que no se vivió ninguna cosa digna de ser recordada.

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Obras de referencia: El libro de la Salsa / Shock and Awe

Spam de Autor vuelve a estar a la última: me he convertido en un Early Adopter de la segunda oleada de confinamientos derivados de la COVID-19. Mientras la mayoría de los que leéis esto estáis disfrutando de un verano de relativa nueva normalidad, la sede de la redacción en la capital del Segrià se ha quedado atrapada en un plano paralelo de la realidad en el que no se puede acudir a bares, la mayoría de las reuniones sociales están prohibidas y ni siquiera hay piscinas abiertas desde las que combatir la canícula. Por todo esto, no queda más remedio que resignarse y buscar esparcimiento en el frescor del encierro doméstico. 

Os voy a hacer un spoiler: si en el primer confinamiento todo fue un aburrimiento, el segundo se ha convertido en un coñazo elevado al cubo. No he encontrado ningún aspecto que me haya parecido más tolerable que la primera vez.

En todo caso, el exceso de tiempo muerto de las últimas semanas me ha permitido terminar dos libros que llevaban años rondado mis estanterías, pero que nunca lograba reunir la concentración necesaria para terminarlos. El libro de la Salsa y Shock and Awe son dos volúmenes generosos (el primero tiene casi 500 páginas y el segundo se queda cerca de las 700) que por la profundidad y la densidad de sus textos bien se les puede considerar manuales académicos. Esto significa que no están concebidos para que funcionen como lecturas fáciles (que diría Cristina Morales), pero que sin duda permiten ampliar los horizontes musicales del que consiga merendárselos enteros. 

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