El test para detectar series insoportables y El juego del Calamar

Tengo identificados cinco indicadores que me ayudan a fichar series coñazo desde el primer episodio. Gracias a ellos puedo evaluar de forma rápida y eficaz si una serie no va a interesarme en absoluto, lo que me permite dejar de verla sin miedo a perderme nada importante. Algo así como mi propio Test de Bedchel, aunque quizás debería ir bautizándolo como Test de SpamdeAutor, o Test de Turbolover, o Test de Caneda, para que no parezca que se le ha ocurrido a algún columnista de tres al cuartos si un día se hace viral y llega a elevarse a la categoría de Norma ISO. 

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Viva el internet

¿No lo has oído? Internet se está corrompiendo. Ya no es el paraíso de libertad y cooperación entre colegas que encontraste la primera vez que te conectaste a la red. Cada día que pasa se parece más a los guiones de Black Mirror: solo suceden cosas malísimas que si las miras fijamente te convierten en peor persona (más concretamente en gamer supremacistaincel negacionista terfa rojiparda) y, en cuanto te descuidas te roban la contraseña de la cuenta del banco.

Parece como si últimamente todo el mundo estuviera muy preocupado por este asunto. Pero lo cierto es que no hay tanta gente que lo esté. De hecho, la mayoría de  los comentarios que encuentro en este sentido llegan desde usuarios que pasan buena parte de su tiempo conectados a la red. Y, generalmente, están ahí de forma voluntaria: emplean su tiempo libre en entrar a internet para quejarse de internet.

Que algo de esto malo sí que hay. De hecho me desanima bastante encontrar todo lleno de clickbaits con menos gancho que un tocomochocontenidos anodinos aunque correctamente optimizados al gusto del algoritmo de turnotrolls feosbots malísimoscolumnistas perogrulleros y tertulianos de baja estofa. Pero no me gusta olvidar que internet es un entorno lleno de personas divertidas y creativas que se dedican a hacer cosas guays que no solo entretienen, sino que muchas veces consiguen que la vida de la comunidad internáutica sea un poquito más agradable. Al fin y al cabo yo también soy la gente, y tú que tanto te quejas también eres la gente

Así que si solo eres capaz de encontrar cosas feas y gente mala, a lo mejor es que no lo estás utilizando nada bien. O a lo mejor es que la mala gente eres tú.

Por eso voy a dejar por aquí unos pocos tips rapidines para recordarme a mí mismo que no merece la pena amargarse cada vez que te cruzas con un idiota por internet.

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Rock Beer the New: el documental

Rock Beer the New

Por fin se ha publicado en Youtube la versión íntegra del del primer documental dedicado a Rock Beer the New, la sala de conciertos más mítica de Santander. Y ya es casualidad que el estreno se anunciara justo mientras yo estaba preparando el post de despedida a Óscar Nexus, en el que dejé caer que el New es uno de esos sitios imprescindibles en la ciudad a los que debería haber prestado más atención en este blog. De esto han pasado ya un par de semanas, así que la mayoría de los habituales del local ya le habréis pegado un buen visionado. Pero, aunque soy consciente de que voy un poco tarde, no quiero dejar ni al documental ni al blog sin su entrada en Spam de Autor.

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Hasta siempre, Óscar Nexus

A primera hora de esta mañana recibí un whatsapp de mi hermano en el que me avisaba de que había fallecido Óscar Muñiz, de la librería Nexus 4. A partir de ese momento noté que se iba corriendo la voz porque por distintas vías no pararon de llegarme mensajes con la noticia. Y cuando he salido de trabajar, al revisar perfiles en redes sociales relacionados con el mundo del cómic, ya he comprobado cómo la bola se iba haciendo cada vez más grande. He encontrado mensajes de despedida por Albert Monteys, Cels Piñol, Jan, David Baldeon, Álvaro Martínez, David Rubín, Natacha Bustos… vamos, que la lista de gigantes del cómic que se han acordado de él hoy es impresionante. 

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Llegó el verano

Se acabaron las clases, hace un tiempo buenísimo, así que no hay otro plan para los próximos tres meses que gozar y enamorarse. Bueno, o algo parecido. Cada año, durante la segunda mitad de la primavera dejo el blog abandonadísimo: el exceso de trabajo y la falta de tiempo libre hacen que no pueda consumir cosas interesantes que comentar y que me quede poco espacio mental para que se me ocurran cosas que contar con un mínimo de gracia. Pero ahora que todo eso está terminando toca crear pila de contenidos nuevos con los que hacer que Spam de Autor vuelva a la vida. 

Mi proyecto para mantener vivo el blog durante este verano es hacer una colección de discos de verano; discos que, dado que están vinculados a lo mejor del año, yo creo que pueden considerarse los mejores del mundo. Al menos si se escuchan durante el verano. 

No quiero complicarme demasiado, así que pretendo seguir un esquema fijo: 

  1. Información básica: breve comentario sobre los créditos o el contexto del álbum. 
  2. ¿Qué es lo que hace que lo considere un disco de verano?
  3. ¿Qué tiene que ver ese disco conmigo? ¿Por qué es importante para mí? 

Hay que tener en cuenta que, si el verano es la mejor estación del año, los discos de verano tienen muchas posibilidades de estar entre los mejores discos del mundo. Así que podéis estar seguros de que el blog se llenará de cosas grandiosas. 


Por cierto, este Serotonine de Girl in Red me parece que podría ser una gran canción para poner banda sonora a este verano que empieza, ¿no?

Algunas notas sobre High Score

El 19 de agosto se estrenó en Netflix High Score: el mundo de los videojuegosEsta docuserie narra la historia de los videojuegos clásicos y presenta a los mismísimos visionarios que dieron vida a estos mundos y a sus personajes, según reza la presentación en la plataforma. Vistos del tirón los seis episodios (gracias, ALSA, por estas palizas de viajes en autobús), no he encontrado motivos para la alegría. Más bien me ha parecido un producto pobre y desaborido, una de esas cosas que aportan tan poco que por norma general ni me molesto en comentar por aquí.

El caso es que ya llevaba unas semanas pensando en sacar algún post a modo de colleja hacia youtubers, bloggers y locutores de podcast especialiados en retrogaming que, a pesar de que atesoran decenas de miles de seguidores, continúan arrastrando una clamorosa dejadez en sus guiones y en su puesta en escena, como si no les importara dar la impresión de que nunca tienen nada importante que contar. Pero es que Netflix, a pesar de que dispone de todos los medios del mundo, ha montado un estropicio de serie que tampoco deja claro a dónde quiere llegar.

Por eso, hoy envío un abrazo fuerte a todos aquellos que publican vídeos y podcast en los que al menos demuestran pasión por echar unas partidillas y comentarlo entre amiguetes, que al final es de lo que trata todo esto. Y dedico este post a repasar algunos detalles que aparecen en High Score que no viene a cuento incluir en una historia de los videojuegos, y también otras cosas que no viene a cuento colar en documental de ningún tipo.

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Las madrugadas de La 2 en los noventa

A mediados de la década de los noventa, todavía en la era preinternet, se accedía a contenidos culturales interesantes como malamente se podía. O más bien de puro milagro, si uno vivía en una capital de provincia tan gris como el Santander de la época. Algo se llegaba a rascar si encontrabas algún videoclub que trabajara con distribuidoras independientes o tuviera un buen fondo de cine clásico. En alguna ocasión caía un vídeo interesante en Los 40 de Canal + o  se colaba algo aprovechable entre el desfile de figurines de El País de las Tentaciones, pero nada de esto entraba dentro de lo habitual. Y el mítico viaje iniciático a USA o a UK era un lujo inasumible para la gente de mi clase social. 

Sin embargo, uno de mis pocos refugios contra el muermo vital lo encontré mucho más a mano de lo que parecía: en la televisión pública. Durante mis años de instituto, las madrugadas de La 2 de RTVE me proporcionaron cientos de noches llenas de gozo gracias a programazos como Metropolis, Televisión Líquida o Cine Club

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Diario del (primer) confinamiento

Hace dos meses redacté un borrador con comentarios sobre cosas que me habían mantenido ocupado ocupado durante el confinamiento. Me senté a escribirlo justo cuando pensaba que iba a arrancar la presunta vuelta a la normalidad, y mi intención entonces era que saliera publicado un par de días más tarde. Por desgracia, los meses de mayo y junio trajeron una avalancha de trabajo que me dejó sin tiempo para tonterías, así que el texto quedó aparcado en la memoria de mi ordenador. 

El caso es que mientras preparaba el post del otro día me topé con ese borrador. Y, madre mía, lo estoy releyendo y parece como si hubieran pasado años desde que lo escribí. Todo aquello me resulta ya completamente ajeno. De hecho, ayer comenzó la desescalada de mi segundo período de confinamiento, y esta vez me resultaría imposible escribir un texto así, porque en las últimas semanas apenas he logrado hacer nada digno de recordar. Es como si toda mi paciencia para sobrevivir sin una vida social sana se hubiera agotado entonces. 

Así que para despedir este segundo confinamiento hoy recupero aquellas memorias del primer encierro. Qué tiempos estos tan extraños, en los que uno acaba por sentir nostalgia hasta de tiempos en los que no se vivió ninguna cosa digna de ser recordada.

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Recuerdos Rockdelux: Vives en los CDs que me regalaste

Cerró Rockdelux. 

Al igual que muchos de los que leéis esto ahora, tengo anécdotas para dar y tomar sobre todos los números que atesoro, los que compré, los que leí en la biblioteca y los que sisé, sobre las veces que me emocioné y sobre las que me cabreé leyendo sus páginas, sobre lo que me han inspirado sus textos a la hora de escribir, y también sobre los malos vicios que hizo que se me pegaran. Pero hoy me toca hablar sobre los cds que acompañaron a prácticamente cada Rockdelux publicada entre 1999 y los primeros meses de 2014, además de algún número esporádico en los años anteriores y los posteriores. 

A priori se trataba de vulgares samplers promocionales, como otros tantos que circulaban durante esos años. Los regalaban con cualquier excusa, solían tener un afán publicitario bastante burdo, traían una selección de temas juntados sin cariño ni criterio, y generalmente quedaban aparcados para siempre antes de que acabara la primera escucha. Bueno, en realidad esta definición también se puede aplicar a no pocos de los discos de RDL que llegaron a mis manos. Sin embargo, varios de ellos eran francamente interesantes. De hecho, si hiciera una lista de los cds que más he trallado en mi vida, sin duda incluiría alguno que otro de estos. 

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