“MetaMaus: viaje al interior de un clásico moderno” (Reservoir Books, 2012) llegó a las librerías camuflado como uno de tantos libros de regalo: esos ejemplares llenos de ilustraciones y texto insustancial, a menudo editados en formato volumen aparatoso, que suelen lucir bien en la estantería de tu sala de estar y que pasado el día en que se hace el regalo rara será la ocasión en la que vuelvan a abrirse. Pero no hay que llevarse a engaño: MetaMaus es un estudio excepcional sobre Art Spiegelman y sobre su obra más conocida. Sigue leyendo
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Our Band Could Be Your Life: Scenes from the American Indie Underground 1981-1991
Por fin he terminado de leer este libro de Michael Azerrad, publicado por primera vez en los Estados Unidos en el año 2001, en el que se repasa la escena del rock independiente americano de la década de los ochenta a través de la historia de algunas de sus bandas más representativas: Black Flag, The Minutemen, Mission of Burma, Minor Threat, Hüsker Dü, The Replacements, Sonic Youth, Butthole Surfers, Big Black, Dinosaur Jr., Fugazi, Mudhoney y Beat Happening. Y el resultado es sobresaliente, un trabajo esencial sobre la música y la contracultura norteamericana de finales del siglo XX. Así que ahí va un resumen de algunas de las cosas que he sacado en claro de esta lectura. Sigue leyendo
Fargo Rock City
Hace un par de años se publicó en España “Fargo Rock City: una odisea metalera en la Daköta del Nörte rural” (Es Pop Ediciones). El libro repasa el heavy metal de los ochenta desde la perspectiva de un adolescente que vivía en un pueblo perdido de Dakota del Norte. ¿Que por qué se recomienda un libro sobre jebis en Spam de Autor? Seguid adelante y os lo explico. Sigue leyendo
Una aventura de los Butthole Surfers
A falta de tiempo para currarme un artículo mío guapo, esta vez voy a fusilar una cosa de otra parte para salir del paso y no dejar esta semana el blog en blanco. Es un fragmento del capítulo que “Our Band Could Be Your Life” dedica a los Butthole Surfers. Corresponde a una gira europea que el grupo texano hizo alrededor de 1985. Creo que no es la historia más salvaje y ni siquiera la más divertida de las que se cuentan ahí sobre el grupo, pero el hecho de que en la anécdota haya cameos de varias celebridades me ha animado a escogerlo. Sigue leyendo
Retromania (III)
En Retromania, Reynolds presta especial atención a la figura del curator. Como ya comenté hace algunos posts es un término de difícil traducción al castellano pero que vendría a ser algo similar al comisario de arte: el encargado de ordenar todos los elementos de una exposición y dotarla de interés al mostrar conexiones insospechadas entre objetos bien reconocibles. Sigue leyendo
Retromania (II)
En el post anterior repasé algunos acontecimientos objetivos (fechas de publicación de discos, momentos de auge o declive de artistas, de aparición o de extinción de estilos musicales, etc.) que Simon Reynolds describe en “Retromania”. Pero también es interesante fijarse en los sentimientos que estos sucesos despiertan en el autor y en el público musical en la actualidad. Sigue leyendo
Retromania (I)
¿Queda algo por inventar en la música? En los últimos años me he encontrado esta pregunta como inicio de una discusión recurrente en foros de internet. Las respuestas suelen ser variadas, y dependiendo del foro habrá quien sitúe la fecha en la que la música agotó su creatividad en la década de los ochenta, los setenta, los sesenta o incluso habrá quien se remonte a los tiempos de Beethoven o a Bach. Sigue leyendo
Una de fantasmas: hauntology
Aprovechando estas fechas tan señaladas toca hablar sobre la así llamada hauntology, el único tipo de música que se me ocurre cuya etiqueta hace referencia a los fantasmas (el término viene del inglés haunt, que significa encantar o hechizar). No tengo noticia de que haya un vocablo castellano para referirse a este concepto, así que mantengo el original inglés. Sigue leyendo
Comics sobre libros: Fun Home
Esta mañana se ha dado a conocer que Mo Yan es el ganador del Premio Nobel de Literatura de este año (por cierto felicidades a todos los quinielistas que en los últimos daban por seguro que este iba a ir a un escritor norteamericano y/o mujer, o a Haruki Murakami, porque no han dado ni una). Así que hoy toca hablar de libros. Y como ando escaso de ideas voy a tirar de archivo y voy a recuperar una rápida reseña que escribí de “Fun Home. Una familia tragicómica” de Alison Bedchel allá por el año 2009 para el blog www.alnortedelnorte.com . El link sería este
Y es que entre las muchas virtudes de esta novela gráfica está la capacidad para transmitir el amor por la literatura como pocas veces he visto en una obra en viñetas. Como comento por ahí,
Fun Home va más allá. Las referencias literarias llenan sus viñetas: Camus, Proust, Henry James, Scott Fitzgerald, James Joyce, Oscar Wilde, La Familia Adams, El viento entre los Sauces, James y el Melocotón Gigante… Algunos aparecen de forma explícita, otros no tanto. Por otro lado, bibliotecas y librerías son escenarios recurrentes durante toda la obra, el padre de Alison es profesor de inglés, su madre actriz de teatro… Para alguien como yo, que me tiro media vida enterrado entre libros, este comic me resulta terriblemente cercano.
Por cierto, Random House Mondadori acaba de publicar “¿Eres mi madre? Una tragicomedia”, lo que vendría a ser la secuela de este “Fun Home”. Aun no he podido leerlo, pero ni que decir tiene que este volumen tiene una pinta tremendamente apetitosa.
La nostalgia del aburrimiento
Hace un rato sentí una extraña punzada de nostalgia por el aburrimiento, esa especie de vacío absoluto tan familiar cuando era adolescente, o universitario, o solicitante del subsidio por desempleo con veintipocos años. Esos grandes pozos que vaciaban el tiempo sin que absolutamente nada pudiera llenarlos terminaban por llevarme a una sensación de tedio tan intenso que llegaba a ser casi espiritual. Esto era en la era pre-digital (antes de los CD’s, los ordenadores personales, mucho antes de internet), cuando en el Reino Unido existían solo tres o cuatro canales de televisión y en la mayoría no había nada que quisieras ver; solo un par de emisoras de radio más o menos tolerables; ninguna tienda donde comprar videos ni DVD’s; sin email, sin blogs, sin webzines, sin social media. Para aliviar el aburrimiento dependías de libros, revistas, discos, y todos estaban limitados a lo que pudieras gastar. También podías recurrir a hacer diabluras, o a las drogas, o a la creatividad. Era una economía cultural de escasez y demora. Como fan de la música, esperabas a que las cosas fueran publicadas o emitidas. Un álbum, los nuevos números de los semanarios musicales, el programa de John Peel a las diez en punto, Top of the Pops los jueves. Había largos vacíos que avivaban la espera, y si llegado el momento se daba el caso de que te perdías el programa, el show de Peel o el concierto, este se había ido para siempre.
El aburrimiento es diferente hoy. Consiste en supersaturación, distracción, falta de descanso. A menudo estoy aburrido pero no por falta de opciones: tengo un millar de canales de televisión, la abundancia de Netflix, incontables emisoras de radio en la red, innumerables discos por escuchar, DVD’s por ver y libros por leer, la especie de laberinto que es el anarco-archivo de Youtube. El aburrimiento de hoy no está hambriento, no es una respuesta a la privación; es una pérdida de apetito cultural en respuesta al exceso de llamadas a que prestes tu atención y tu tiempo.
Retromania. Simon Reynolds.
Estos párrafos que acabo de traducir aparecen en “Retromania: Pop Culture’s Addiction to Its Own Past”, un más que interesante libro que estoy leyendo estos días y del que seguramente escriba una reseña más extensa dentro de un par de semanas.
El texto habla por sí mismo. Todo va demasiado rápido y la oferta de información es excesiva. Me asusta pensar que vivo en un mundo en el que los minutos que me ha llevado traducir estas líneas son tiempo derrochado, durante el que me he permitido el lujo de dejar de escuchar dos o tres canciones. Que estos párrafos contienen más palabras y más información que la que ni google ni ningún internauta están dispuestos a asimilar. Y que yo mismo he de postear estos dos párrafos si quiero estar seguro de que dentro de siete días los voy a recordar como algo diferente de los otros miles de párrafos que leeré a lo largo de esta semana.