¿No lo has oído? Internet se está corrompiendo. Ya no es el paraíso de libertad y cooperación entre colegas que encontraste la primera vez que te conectaste a la red. Cada día que pasa se parece más a los guiones de Black Mirror: solo suceden cosas malísimas que si las miras fijamente te convierten en peor persona (más concretamente en gamer supremacista, incel negacionista o terfa rojiparda) y, en cuanto te descuidas te roban la contraseña de la cuenta del banco.
Parece como si últimamente todo el mundo estuviera muy preocupado por este asunto. Pero lo cierto es que no hay tanta gente que lo esté. De hecho, la mayoría de los comentarios que encuentro en este sentido llegan desde usuarios que pasan buena parte de su tiempo conectados a la red. Y, generalmente, están ahí de forma voluntaria: emplean su tiempo libre en entrar a internet para quejarse de internet.
Que algo de esto malo sí que hay. De hecho me desanima bastante encontrar todo lleno de clickbaits con menos gancho que un tocomocho, contenidos anodinos aunque correctamente optimizados al gusto del algoritmo de turno, trolls feos, bots malísimos, columnistas perogrulleros y tertulianos de baja estofa. Pero no me gusta olvidar que internet es un entorno lleno de personas divertidas y creativas que se dedican a hacer cosas guays que no solo entretienen, sino que muchas veces consiguen que la vida de la comunidad internáutica sea un poquito más agradable. Al fin y al cabo yo también soy la gente, y tú que tanto te quejas también eres la gente.
Así que si solo eres capaz de encontrar cosas feas y gente mala, a lo mejor es que no lo estás utilizando nada bien. O a lo mejor es que la mala gente eres tú.
Por eso voy a dejar por aquí unos pocos tips rapidines para recordarme a mí mismo que no merece la pena amargarse cada vez que te cruzas con un idiota por internet.
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