Comics sobre libros: Fun Home

Portada de Fun Home, por Alison Bedchel

Esta mañana se ha dado a conocer que Mo Yan es el ganador del Premio Nobel de Literatura de este año (por cierto felicidades a todos los quinielistas que en los últimos daban por seguro que este iba a ir a un escritor norteamericano y/o mujer, o a Haruki Murakami, porque no han dado ni una). Así que hoy toca hablar de libros. Y como ando escaso de ideas voy a tirar de archivo y voy a recuperar una rápida reseña que escribí de “Fun Home. Una familia tragicómica” de Alison Bedchel allá por el año 2009 para el blog www.alnortedelnorte.com . El link sería este

http://www.alnortedelnorte.com/post/fun-home/

Y es que entre las muchas virtudes de esta novela gráfica está la capacidad para transmitir el amor por la literatura como pocas veces he visto en una obra en viñetas. Como comento por ahí,

Fun Home va más allá. Las referencias literarias llenan sus viñetas: Camus, Proust, Henry James, Scott Fitzgerald, James Joyce, Oscar Wilde, La Familia Adams, El viento entre los Sauces, James y el Melocotón Gigante… Algunos aparecen de forma explícita, otros no tanto. Por otro lado, bibliotecas y librerías son escenarios recurrentes durante toda la obra, el padre de Alison es profesor de inglés, su madre actriz de teatro… Para alguien como yo, que me tiro media vida enterrado entre libros, este comic me resulta terriblemente cercano.

Por cierto, Random House Mondadori acaba de publicar “¿Eres mi madre? Una tragicomedia”, lo que vendría a ser la secuela de este “Fun Home”. Aun no he podido leerlo, pero ni que decir tiene que este volumen tiene una pinta tremendamente apetitosa.

La nostalgia del aburrimiento

Hace un rato sentí una extraña punzada de nostalgia por el aburrimiento, esa especie de vacío absoluto tan familiar cuando era adolescente, o universitario, o solicitante del subsidio por desempleo con veintipocos años. Esos grandes pozos que vaciaban el tiempo sin que absolutamente nada pudiera llenarlos terminaban por llevarme a una sensación de tedio tan intenso que llegaba a ser casi espiritual. Esto era en la era pre-digital (antes de los CD’s, los ordenadores personales, mucho antes de internet), cuando en el Reino Unido existían solo tres o cuatro canales de televisión y en la mayoría no había nada que quisieras ver; solo un par de emisoras de radio más o menos tolerables; ninguna tienda donde comprar videos ni DVD’s; sin email, sin blogs, sin webzines, sin social media. Para aliviar el aburrimiento dependías de libros, revistas, discos, y todos estaban limitados a lo que pudieras gastar. También podías recurrir a hacer diabluras, o a las drogas, o a la creatividad. Era una economía cultural de escasez y demora. Como fan de la música, esperabas a que las cosas fueran publicadas o emitidas. Un álbum, los nuevos números de los semanarios musicales, el programa de John Peel a las diez en punto, Top of the Pops los jueves. Había largos vacíos que avivaban la espera, y si llegado el momento se daba el caso de que te perdías el programa, el show de Peel o el concierto, este se había ido para siempre.

El aburrimiento es diferente hoy. Consiste en supersaturación, distracción, falta de descanso. A menudo estoy aburrido pero no por falta de opciones: tengo un millar de canales de televisión, la abundancia de Netflix, incontables emisoras de radio en la red, innumerables discos por escuchar, DVD’s por ver y libros por leer, la especie de laberinto que es el anarco-archivo de Youtube. El aburrimiento de hoy no está hambriento, no es una respuesta a la privación; es una pérdida de apetito cultural en respuesta al exceso de llamadas a que prestes tu atención y tu tiempo.

Retromania. Simon Reynolds.

Estos párrafos que acabo de traducir aparecen en “Retromania: Pop Culture’s Addiction to Its Own Past”, un más que interesante libro que estoy leyendo estos días y del que seguramente escriba una reseña más extensa dentro de un par de semanas.

El texto habla por sí mismo. Todo va demasiado rápido y la oferta de información es excesiva. Me asusta pensar que vivo en un mundo en el que los minutos que me ha llevado traducir estas líneas son tiempo derrochado, durante el que me he permitido el lujo de dejar de escuchar dos o tres canciones. Que estos párrafos contienen más palabras y más información que la que ni google ni ningún internauta están dispuestos a asimilar. Y que yo mismo he de postear estos dos párrafos si quiero estar seguro de que dentro de siete días los voy a recordar como algo diferente de los otros miles de párrafos que leeré a lo largo de esta semana.

Bibliografía vintage: recopilaciones de letras de canciones.

The Velvet Underground en Ediciones Celeste
The Velvet Underground en Ediciones Celeste en Ediciones Celeste

Vuelvo a la literatura musical publicada en España hace lustros, y esta vez para hablar sobre la dedicada a reproducir letras de canciones. Y más en concreto sobre las que se publicaron durante la década de los noventa, que son las que mejor he conocido. Sigue leyendo

Bibliografía vintage: Ramones

Ramones

Cuando era un crío me gustaban Stooges, MC5 y todo eso, hasta que de repente dejó de interesarme la música. Ya nadie tocaba rock’n’roll. Entonces fue cuand ose me ocurrió que tenía que montar mi propia banda para tocar rock. Pero, actualmente, a nadie parece gustarle el rock’n’roll, no lo entiendo. Si le pregunas a un crío cuál es su grupo favorito, prosiblemente te responda que Bronski Beat. (…) Los críos de antes eran rebeldes, les iba el individualismo. Decían: “que se joda el sistema, que se joda la autoridad”; no querían saber nada de todo aquello. Los chavales antes se arriesgaban, se atrevían con todo, especialmente en los años 60. Creo que los 60 revolucionaron mi modo de vida. No puedo entender cómo los de ahora aceptan las cosas, especialmente la música. Supongo que no saben más. No creo que culture Club o Duran Duran puedan ser modelos a seguir para los adolescentes de hoy en día. A lo único que te motivan es a salir y comprarte un secador de pelo o un sintetizador”. (Dee Dee Ramone, págs. 102-103)

Mientras buscaba documentación para el post sobre la colección Rock/pop Ediciones Cátedra cayó en mis manos el volumen dedicado a los Ramones, y ya que estamos con el tema de los libros de música viejos y me gusta el grupo aprovecho a dedicarle un post exclusivo.
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La mujer que compró el mundo

Yo, Cayetana

Hace unos meses Espasa publicó “Yo, Cayetana”, biografía de Cayetana Fitz-James Stuart, la actual Duquesa de Alba. Lo cierto es que no le había prestado especial atención hasta que me topé con él esta mañana en la librería más cercana a mi casa y me he dado cuenta del más que evidente parecido que existe entre la ilustración de esta portada y la de la cubierta de “The Man Who Sold the World” de David Bowie, que años más tarde se haría llamar el Duque Blanco. ¿Inquietante?

The Man Who Sold the World

Colección rock/pop Cátedra

Queen

Junto a La Máscara, la otra gran editora de libros sobre música popular durante la década de los noventa en España fue Cátedra, que a muchos les sonará por las ediciones de “El Cantar del Mío Cid” o las “Leyendas” de Bécquer que solían mandar leer en el instituto. Pues esta misma contó durante la década de los noventa con una colección dedicada a la música popular.

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Autobiografías del rock

Biografías

He leído esta mañana en la sección de cultura de El País “El rock hace memoria… y caja”, un artículo en el que Diego A. Manrique comenta la avalancha de autobiografías de estrellas de rock que se ha anunciado que se van a publicar en los próximos meses. Y como este blog trata de este tipo de cosas voy a comentar un par de ideas que se me ocurren sobre este asunto. Sigue leyendo