Lo mejor del año: Titanic 3D

titanic

Todo el mundo conoce lo que pasó con la orquesta del Titanic, que para algo su historia se emplea de forma recurrente como metáfora de algo tan ensimismado que permanece impasible mientras ve que llega el momento de muerte. Hacer mención a esta anécdota se ha convertido en un recurso tan sobado que da reparo usarlo, no vaya a ser que alguien piense que hablas del disco de Serrat y Sabina. Lo irónico del caso viene cuando hay que aplicarla sobre la propia película Titanic.

Aquel melodramón con catástrofe de regalo ya parecía cine viejo cuando se estrenó hace quince años, y a pesar de ello durante la pasada Semana Santa se reestrenó sometida a una restauración inútil (vaya forma más ruin de utilizar el 3D) y durante un par de semanas se convirtió de nuevo en un bombazo de taquilla. Ni su historia rancia ni sus efectos especiales noventeros consiguían evitar que todas las gafas de 3D se empañaran con las lágrimas que brotaban cuando empezaba a sonar “My Heart Will Go On”.

Ni a una industria del cine que no ve salida a su situación crítica, ni a un público cada vez más alejado de las salas de exhibición parecieron importarles que todo esto fuera un anacronismo. En los últimos meses, la subida del IVA ha obligado a las salas a elevar el precio de los tickets, lo que unido a la crisis económica ha llevado a que muchos incondicionales de la gran pantalla se lo piensen dos veces antes de pasar por taquilla. Y a pesar del cierre de Megaupload todavía se puede descargar de internet sin excesiva dificultad casi cualquier estreno. Por otro lado, desde hace años las incomprensibles políticas de distribución impuestas por los grandes estudios han dejado las carteleras de los multicines copadas por productos de calidad ínfima, mientras que cintas con mayor interés se estrenan directamente en DVD (si es que llegan a encontrar distribución en el mercado nacional). Y los cines pequeños, que deberían suponer una alternativa, esperan con miedo el momento en que queden definitivamente fuera del mercado ante la incapacidad de asumir los grandes costes que exige implantar la nueva tecnología digital.

Da igual que todo se hunda, nadie quiere que Titanic deje de exhibirse.

Decálogo para pedir un pase de prensa

Pase de fotógrafo

Durante unos años, la proliferación de blogs, webzines y medios digitales en general coincidió con la temporada de vacas gordas en la música en directo, lo que ayudó a que prácticamente cualquier persona pudiera conseguir un pase de prensa para cualquier concierto. Los promotores estaban dispuestos a contentar a la mayor cantidad de gente que pudieran, y muchos empezaron a solicitar las acreditaciones no como un medio de trabajo sino como un atajo para conseguir un pase VIP. En medios no especializados los pases de prensa para eventos gordos empezaron a ser un premio para empleados que caían bien cuando no había invitaciones formales suficientes para todos. Había quien conseguía pases en nombre de medios que ni siquiera existían. Muchos que ni eran periodistas ni tenían vocación de informar pudieron entrar gratis a todas partes, y también muchos informadores serios terminaron por olvidar cuál era el mínimo que se les debía exigir en su trabajo. Muchos estaban acreditados por encima de sus posibilidades.

Pero llegó la época de vacas flacas, la venta de entradas cayó y las promotoras recortaron de forma drástica el número de personas que podían entrar a un evento sin pasar antes por caja. Así que el que a día de hoy pretenda conseguir una acreditación deberá realizar un mínimo esfuerzo, ya que el oficio del periodista musical se ha visto muy devaluado. Tras varias jornadas de intensa reflexión el Oráculo de Perogrullo me ha revelado una serie de consejos que ayudarán al que quiera ganar puntos a los ojos del que le va a acreditar. Sigue leyendo