Ya estoy de vuelta de los sanfermines 2015. Sí, la cosa este año ha sido rápida (aunque llegué a Pamplona un par de días antes del chupinazo, así que no fue tan corta) pero no menos intensa que el año anterior.
Las fiestas de San Fermín en Pamplona son un desafío humano a múltiples niveles, lo que las convierte en una buena ocasión para imponerse retos que superar. Lo de saber comer o beber bien no creo que requiera un gran mérito (aunque es cierto que durante los últimos días en temas culinarios me han mimado por encima de mis posibilidades). El logro de llegar a las dianas ya lo alcancé el año pasado. Los que tienen que ver con toros no me atraen especialmente. Parecía complicado encontrar algo que mereciera la pena, hasta que alguien lanzó un nuevo anzuelo: marcarse una pinchada maratoniana el día del chupinazo. Y yo piqué. Sigue leyendo