El pasado 2022 llegó a las librerías “Planes para conquistar Berlín” de la mano de Libros del K.O. Se trata de un concienzudo estudio periodístico sobre contracultura, punk y clandestinidad en Alemania Oriental durante los años de la Guerra Fría. Según reza la contracubierta, este libro puede leerse como: a/un sofisticado ensayo sobre la represión de la disidencia cultural en estados totalitarios, b/un libro de historia del ocaso del comunismo contado a través de sus conciertos, c/una novela de espías con banda sonora de terremoto punk, d/un bestiario mitómano de dandis politoxicómanos (…), e/una elegía de la escena alternativa surgida a ambos lados del Muro, que desapareció tras el derribo de la frontera f/un delicadísimo mapa sentimental de la ciudad más carismática de Europa (…)”. ¿Da para tanto este libro? Pues eso es lo que voy a comentar en los próximos párrafos.
La estructura de este estudio me ha recordado a la de un juego del tipo roguelike: existe un punto de partida fijo desde el que se va explorando un laberinto hasta que el protagonista muere; entonces se vuelve al punto de inicio, desde donde se abre una nueva ruta desde la que investigar una zona distinta del mismo laberinto. Solo a base de morir y volver a empezar de cero muchas veces se conseguirá acercarse al éxito en su misión.
Pues bien, en “Planes…”, tal y como se describe en la sinopsis, el punto de partida está en
“El 17 de octubre de 1987, en plena guerra fría, la iglesia protestante de Zionskirche en Berlín Oriental acogió un concierto clandestino con las bandas Die Firma y Element of Crime. El recital, organizado por opositores al régimen comunista, finalizó con el ataque de un grupo de neonazis ante la mirada indiferente de la policía”.
A partir de ahí el autor va explorando líneas de investigación tan diversas como las que he mencionado en la entradilla.
De todas ellas, las que más me han interesado son las que se adentran en la vida íntima de los que participaban de la clandestinidad berlinesa y de los agentes y colaboradores de la Stasi. Entre todos ellos se va perfilando un entramado social en la penumbra de la historia oficial, lleno de identidades secretas y dobles vidas. Reinaba un ambiente de sospecha y terror generalizado, en el que nunca se podía estar seguro de la identidad ni de los intereses reales de una persona. Ni siquiera era seguro confiar en los familiares más queridos ni las amistades más estrechas. Cualquiera, en cualquier circunstancia, podía estar actuando como disidente, o como colaborador de la stasi. O, quién sabe, puede que las dos cosas al mismo tiempo.
Es llamativo que, a pesar de lo que cuente la sinopsis, la escena punk berlinesa aparece retratada en el libro de un modo bastante superficial. Parece que para el autor el mundo musical no es más que una vía de entrada a otro tipo de asuntos. Sí que el rastro que ha dejado esta escena es bastante etéreo; de hecho, a día de hoy es complicado acceder a grabaciones de la época de Die Firma, Element of Crime o Namenloss, las bandas más mencionadas en el libro. Así que entiendo que es complicado explicar en profundidad una escena musical si no hay manera de conocer exáctamente cómo sonaba esa música. Aunque creo que no es menos cierto que al autor le encanta irse por las ramas.
“Planes...” recorre tantas biografías y lo hace desde puntos de vida tan diversos que no es raro perder el hilo de lo que se está contando. A ratos aparecen nombres que resultan familiares (Nick Cave, Blixa Bargeld, David Bowie, Bob Dylan o incluso Víctor Manuel) que ayudan a que el lector pueda ubicarse en medio del chaparrón de nombres, fechas y lugares que es este libro. Pero no dejan de ser cameos ocasionales de secundarios de lujo cuya relación con los principales hilos de la investigación es casual y, en casi todos los casos, bastante distante.
En ocasiones da la impresión de que la investigación avanza en círculos, que no sabe hacia dónde se dirige, y por ello se va deteniendo en cualquier asunto que tenga aspecto llamativo, aunque al final no haya servido para nada útil. Sí, como suele suceder con muchas partidas de los juegos tipo roguelike. De hecho, en la segunda parte del libro, el punto de partida se aparta de los ochenta, del punk y de Berlín Oriental para seguir el rastro de Pierre Guillaume, hijo adolescente de un alto cargo del gobierno de Alemania Occidental que a mediados de los setenta protagonizó un gran escándalo al descubrirse que también ejercía de espía para la RDA. La historia no deja de ser bastante interesante, pero me cuesta encontrar un vínculo entre estas ochenta páginas y el resto de la investigación.
Ojo, que en Spam de Autor siempre he defendido el arte de perderse por el camino y de rastrear relaciones imposibles entre elementos antagónicos. Pero en este “Planes…” me quedo con la sensación de que el autor ha estado más centrado en acumular informaciones contrapuestas y tratar de apilar unas encima de otras que en sintetizar el contenido de estas para que el lector pueda acceder a ellas de forma coherente. El resultado es que a ratos la lectura resulta incómoda, e incluso deja la sensación de que no se entiende qué es lo que se está contando. Lo cual no quita para que se trate de un trabajo de investigación titánico, que parte de unas premisas muy interesantes, y cuya exposición en bastantes pasajes está presentada de manera deslumbrante.