«Hey!»: Julio Iglesias visto por Hans Laguna

Durante la primera mitad de los ochenta, Julio Iglesias se lanzó en cuerpo y alma a conquistar el público Estadounidense. A lo largo de la década anterior había alcanzado el estatus de  gran estrella internacional, pero el éxito en EEUU parecía vetado para un artista no anglosajón. Bien, pues Hans Laguna acometió en “Hey!: Julio Iglesias y la conquista de América” (Editorial Contra, 2022) la crónica de esta ambiciosa operación, además de un meticuloso análisis de las circunstancias confluyeron para que el cantante gallego alcanzara su objetivo. Y ahora soy yo el que voy a comentar algunas cosillas sobre este ensayo.

En este “¡Hey!” Laguna maneja un caudal ingente de información sobre J.I. y la presenta de manera aparentemente anárquica. En cualquier caso, creo que todo puede organizarse a partir de tres grandes asuntos:

  • La estrategia empresarial de Julio Iglesias. Bajo este paraguas se abordan cuestiones de lo más diverso: desde el equipo humano que arropaba al cantante o la ambiciosa campaña de comunicación que dio forma a la Imagen de Marca Julio Iglesias, hasta la radiografía de la industria del entretenimiento de Estados Unidos (en la que Julio Iglesias pretendía penetrar) o el retrato sociológico del público de ese país (al que JI pretendía seducir). Además, esta faceta profesional de Julio hace las veces de eje central en torno al cual se sitúan el resto de contenidos de este ensayo. 
  • El análisis musical de tipo técnico sobre la obra de Iglesias. Esto es, la descripción y el análisis de su manera de componer, grabar e interpretar, la forma en que se expresa en sus letras o incluso el lenguaje visual empleado en sus videoclips. Hans Laguna es un hombre de letras, pero también es músico profesional <link>, y se nota tanto en su dominio de la teoría y la práctica musical como en su habilidad para exponer conceptos técnicos de forma sencilla.
  • La intimidad de Julio Iglesias. Aquí entra la vida personal, familiar y sexual del gran icono latino, es decir, su relación con Isabel Preysler, con sus hijos o con algunos de sus ligues más célebres. Sin duda estos son los pasajes del texto que más se acercan  a la crónica rosa en la que JI lleva décadas acaparando titulares. Pero en este bloque también inluyo sus apariciones en la televisión internacional, o sus colaboraciones con gente como The Beach Boys, Willie Nelson o Diana Ross; es decir, la parte de su vida social vinculada de manera más directa con la actividad profesional y artística del gallego.

El personaje de Julio Iglesias es puro delirio. Da igual desde cuál de estos tres puntos de vista se le observe: en cualquiera de sus facetas es un icono de lo cursi y lo rancio. Como supongo que la mayoría de los que leéis este post tenéis esto bastante claro, no voy a dedicar más líneas a desarrollar esta idea. Sin embargo, sí que voy a aprovechar para meter un pequeño inciso.


Si no me falla la memoria, a finales de los noventa leí en uno de los primeros números de la revista Efe Eme un comentario que lleva siglos rondándome la cabeza. Ahí se apuntaba que todos los que empezaban a colaborar en medios musicales querían escribir sobre artistas de prestigio. Ya sabéis, gente del estilo de Bob Dylan, Neil Young o George Clinton. Pero a un profesional del gremio se le reconoce porque es capaz de escribir con seriedad y rigor acerca de figuras mal valoradas según los cánones del buen gusto vigentes. Por ello, se retaba a cualquier redactor que se preciara de serlo a que presentara un análisis sólido y fundamentado acerca de… Julio Iglesias.                                                                                                                                Nunca después he conseguido localizar aquel artículo de Efe Eme. De hecho, tengo serias dudas sobre si realmente leí esas líneas o me las he inventado. De lo que sí estoy seguro es de que llevo décadas esperando a leer un análisis serio sobre el gran Julio. Y no he encontrado nada así hasta este “Hey!”


Cuento esta historia para que se entienda que soy consciente del valor que hace falta para acometer un estudio como “Hey!”, y más aún para no desbarrar en el intento. Lo sencillo hubiera sido dedicar el libro a hacer escarnio de Julio Iglesias, de su equipo de trabajo y de su público. Sin embargo, Laguna ha esquivado estas tentaciones. No ha tratado de ocultar sus prejuicios hacia el artista, ni tampoco de vestirlos de objetividad impostada.

Hans da a entender que esa imagen de pijo / hortera / follarín de JI es inseparable de la percepción que el público global tiene sobre él. De hecho, en bastantes ocasiones ha sido el propio Julio (respaldado por su equipo de comunicación) quien se ha encargado de alimentar y moldear esa imagen. En este sentido, siento que ha sido todo un acierto incluir en el generoso anexo fotográfico una colección de memes sobre Julio: además de resultar bastante graciosa, funciona como un reflejo actualizado de esa imagen que tanto se esforzó en proyectar.

En fin, que me ha gustado mucho el libro. Analiza con densidad y rigor un personaje que se ha presentado a sí mismo como gran icono de la banalidad. Esquiva los tópicos, las frases hechas y las reflexiones sobadas al hablar sobre una figura que lleva décadas de sobreexposición pública. Consigue expandir el campo de trabajo de un área tan cerrada como la del periodismo musical en castellano. Y además Laguna ha conseguido que el texto quede muy divertido. Vamos, que me ha parecido un estudio ejemplar.

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