Adiós, 2022. Segunda parte: libros, cine, cómics y videjojuegos.

En la anterior entrada del blog empecé a repasar cosas que me tuvieron ocupado durante el año que acaba de terminar, y este post sirve para terminar con el repaso. Más en concreto, hoy hablo sobre libros, películas, cómics y videojuegos que me hicieron gozar en 2022.

Cherry, de Nico Walker, se publicó en castellano en 2020, pero y yo me la he leído este año.

Libros

Este año leí casi seguidas las novelas Tituba, la bruja negra de Salem, de Maryse Condé Terres Mortes, de Núria Bendicho Giró, y Soledad, de Víctor Catalá. Y me di cuenta de que ya estoy un poco saturado de neorruralismo. Además, este año también leí Páradais, de Fernanda Melchor, con un tono un poco distinto pero que también se desarrolla en un pueblo. Y, si me apuras, el maravilloso El Asno de oro de Lucio Apuleyo que terminé al final del verano también habla sobre la vida apartada de la gran ciudad.

A esto le tengo que sumar que en el último par de años también leí con atención Canto yo y la montaña baila de Irene Solà, Panza de burro de Abreu López o Los asquerosos de Santiago Lorenzo. Y mejor no me meto con el cine que he visto, porque entonces no termino. El caso es que empiezo a pensar que ya está bien de tanto pueblo, tanta moñiga y tanto pasear al perro sin correa. Que el subgénero ya empieza a cantar un poco a fantasía aspiracional para habitantes de urbanizaciones de adosados, pixapins y demás domingueros venidos a más.
Vamos, que no sé cuánto más durará esta moda, pero por mi parte ya va tocando cambiar de tema de lecturas.

Por cierto, también disfruté muchísimo con Cherry, de Nico Walker, aprendí bastantes cosas con el ensayo Trabajos de mierda de David Graeber, y tengo pendiente de publicar en este blog una reseña del increíble Yeah! Yeah! Yeah! de Bob Stanley.


Casi todos los protagonistas de Alcarrás poniéndose finos a comer y beber.

Cine y series

En los últimos doce meses he visto menos series y menos películas que nunca. Aunque sí que me metí un buen festín de cine de animación en el Animac 2022 que reseñé aquí. Y también es cierto que en el último trimestre del año (o sea, a partir de mi regreso a Santander) he acudido a salas de cine en más ocasiones que en los últimos ni sé cuántos años. O sea, que puede que esté en camino de recuperar los buenos hábitos.


Supongo que las pocas cosas que he llegado a ver no son representativas como para plantear a partir de ellas un balance general del año. Pero tengo más que claro que Alcarràs, de Carla Simon ha sido mi película del 2022. No puedo ni quiero ser objetivo. En ella he visto plasmado mucho de lo que ha sido mi vida durante los últimos cinco años. El habla, el trabajo, la comida, las fiestas, el cansancio: yo he estado en medio de todo lo que aparece en la pantalla. Me dan igual los premios, las galas de promoción o las cifras de taquilla. Y tampoco tengo ganas de entrar en debates sobre si es mejor o peor que otras producciones nacionales o internacionales que haya salido este año. Simplemente es que pocas veces en la vida me he sentido tan dentro de la película como cuando la vi en el Funàtic de Lleida.


Cómics

Este año he leído muchísimos tebeos, pero no he estado demasiado al tanto de las novedades. Bueno, entre las que he leído sí que me gustaron mucho La Falla de Carlos Spottorno y Guillermo Abril, y Melody, diario de una stripper de Sylvie Rancourt.

Pero sí que me he hinchado a leer cómics de otras temporadas, y que me aspen si ¿Me estás escuchando? Piruetas de Tillie WaldenMonstruos  de Barry Windsor-Smith, Mi amigo Dahmer  de Derf Backderf, El Pacto de Paco Sordo,  Röhner de Max Baitinger, Siempre tendremos 20 años de Jaime Martín o Mono de Trapo de Tom Millionaire no sontrabajos extraordinarios.


Videojuegos

En 2022 perdí demasiado tiempo con las maquinitas, no os voy a engañar. Nada más comenzar el año me enganchó el COVID, y ocupé los días de cuarentena en meter horas y horas al Disco Elysium hasta terminarlo. Desde entonces también perdí muchísimo tiempo con Mario & Rabbids: Kingdom Battle, al Stardew Valley y al Ori and the Will of the Wisps, todos de la Nintendo Switch. Además, por supuesto, de las infinitas partidas a emuladores de juegos retro, que nunca pueden faltar.  

Por cierto, qué gran descubrimiento ha sido el grupo Sistema de Entretenimiento. Electropunk con letras sobre manga y videojuegos: lo mejor de la vida.


Los posts que nunca salieron

Empecé a escribir unos cuantos artículos que seguramente iban a quedar bastante interesantes, pero que se perdieron por el camino cuando ya se encontraban en una fase avanzada de gestación. Tengo un borrador bastante hermoso con crónicas de lo que viví en el Primavera Sound 2022, y otro con recopilación de crónicas de conciertos en general.
Y también un texto bastante largo sobre las salas de conciertos y las tiendas de discos de Cantabria. Pero mejor no dar más detalles, que lo mismo este año consigo retomarlo y acaba saliendo en el blog.

¿Y fuera de Spam de Autor? Ya he enlazado entre este post y el anterior las cosas que escribí para la web de Ipop FM, y además también cayó alguna cosuca para la web de Noche de Rock.

En cualquier caso, después de haber pasado años y años redactando textos a diario, este parón me pone un poco triste. ¿Recuperaré este año que empieza el hábito de publicar cosas con regularidad? Pues por el bien de este comatoso blog, más vale que así sea.


Epílogo

Me acabo de dar cuenta de que apenas he mencionado a La Élite, lo mejor que ha salido de las tierras de Lleida en décadas. Les adoro.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *