Continúo con el repaso a lo que se mueve en la música de la ciudad justo en el punto en que dejé el post anterior. Si en aquel hice un listado de locales, tiendas, sellos o colectivos leridanos, ahora paso a repasar los estilos musicales más representativos, así como las grandes ausencias que percibo en el panorama. ¿Vamos con ello?
- 5 estilos que marcan la música de Lleida
1. Folk. Pero no folk según la acepción folclórica que se suele utilizar en el Norte de la Península, donde aparece vinculado a la recuperación y la reivindicación de la tradición local. En Cataluña, la figura del cantautor conserva un respeto entre la audiencia que hace tiempo que se desvaneció en otras regiones. Y en Lleida la cosa no iba a ser menos. Quizás el más reputado de cuantos se encuentran en activo es el almacellense Xavier Baró. De todas formas, es relativamente habitual encontrar actuaciones de cantautores, incluso en pequeños cafés o en terrazas: en este tipo de recitales las exigencias técnicas suelen ser sencillas, lo que facilita que puedan montarse en cualquier lugar de forma casi improvisada.
2. Mod. Cuentan los viejos de este país que a finales de la década de los ochenta Lleida era un enclave vital dentro del movimiento catalán. En el libro 40 Mods de les nostres terres de Robert Albella (Editorial Base, 2012) Gumersindo Manso explica que “en Lleida, la escena era de verdad. Diariamente. Allnighters los miércoles y los sábados. Como en el Swinging London. Pero no nos disfrazábamos para la ocasión, tenías que ir siempre preparado para la ocasión”. Fuera como fuese, a día de hoy el colectivo es minoritario en la ciudad, pero aún puede sentirse que el movimiento sigue vivo. Esto se deja ver, por ejemplo, en bares como La Casa de la Bomba o el Beat Café i Soul. Además, a lo largo del año tienen lugar eventos como L’Aplec Modernista o el Ponent Roots Festival, centrados en la reivindicación de la cultura sixties y de las músicas negras.
3. Trap. Uso esta etiqueta para no complicarme demasiado: cuando hablo de trap me refiero a cualquier estilo susceptible de sonar en alguna grabación de C. Tangana. Utilizo esta palabra como un cajón de sastre en el que hay hueco para sonidos que van desde el reggaeton de toda la vida hasta hip hop árabe (que no sé si cuenta con una etiqueta propia), pasando por todo el abanico de aquello que algún insensato se atrevió a bautizar como sonidos urbanos. Todo esto configura la bso de la joven Lleida en 2018 (bueno, en realidad el de casi cualquier sitio en el mundo donde vivan muchos menores de 25 años). No solo porque sea el sonido que permanentemente retumba por las calles y plazas, desde teléfonos móviles, coches o altavoces portátiles, sino también porque en la ciudad hay una serie de locales (sobre todo Biloba en verano y Baobab durante el invierno) con programación regular de actuaciones de grandes figuras del género.
4. Rumba catalana. El sonido de la Lleida carrinclona. La herencia del estilo al que dieron forma hace ya medio siglo los gitanos de Gràcia todavía pervive en esta ciudad. Al igual que lo que he comentado al hablar del folk, la sencillez técnica de esta música favorece que cualquier terraza o cualquier plazoleta pueda convertirse en escenario improvisado desde el que arrancarse con un garrotín. Por todo lo que la rumba tiene de fenómeno local, este es el punto de esta lista que menos controlo; por ello, espero no equivocarme al señalar a Xavi Boira como el artista más destacado de este palo en la ciudad. Y si no lo es, al menos sí es el que más veo anunciado en los carteles.
5. Mestizaje. Los nietos artísticos de Manu Chao y los hijos putativos de Dusminguet copan la programación de radios, sintonías televisivas e hilos musicales dels Països Catalans. Esta mezcla de rumba catalana con ska, rock, reggae o funk lleva arrasando ya unas cuantas temporadas. El que busque un resumen rápido de los grupos de este palo que lo petan a día de hoy no tiene más que echar un ojo al cartel de la edición más reciente del histórico festival Canet Rock; pero el listado de bandas en boga no termina ahí. La aportación lleidetana al género tiene como principales valedores a Koers, un joven grupo que ha conseguido colar un tema suyo como sintonía del verano 2018 en las emisoras de la Radio y la TV públicas de Cataluña. Y a Els Pastorets Rock, grupo que se dedica a versionear temas populares en tono irreverente y desenfadado (ejem).
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5 cosas que echo en falta en la música de Lleida
1. Metal, punk y derivados. No he encontrado un solo bar en toda la ciudad que ponga guitarreo, así que lo de escuchar sonidos mínimamente rudos se antoja harto complicado. Vale que en La Boîte suelen programar pequeños bolos de metal o hardcore. O que en Grans Records cuentan con una acertada selección de discos de metal extremo. Incluso cuando he estado en el Rock i Vins he escuchado temas de La Polla Records o de Soziedad Alkoholika. Y Berri Txarrak pasaron por el escenario grande de la Festa Major de este año. Pero ahí termina todo.
2. Música hecha por negros. Y no me refiero a pinchadas de Northern Soul (que se suceden con frecuencia en el Beats Café i Soul) y mucho menos a las sesiones de Deep House plasta (omnipresentes en terracitas y lounges de la ciudad). En este caso, lo que me llama la atención es que no tengo noticia de actividad por parte de músicos subsaharianos, a pesar de que esta comunidad es ciertamente numerosa. Aunque, ojo, no es el único colectivo que echo en falta en de Lleida: tampoco tengo noticia de músicos árabes o latinoamericanos. Y es algo que me resulta inquietante.
3. Festivales indies random. Como ya apunté en el post anterior, en la provincia de Lleida no abundan los festivales de música al aire libre. Y, más concretamente, en la provincia no hace ninguna parada esa suerte de festival itinerante que, como aquellas giras por plazas de toros y fiestas mayores de los ochenta y los noventa, llevan a Izal, a Viva Suecia y a Sidonie a los escenarios de toda España.
Para algunos, esto convierte a Lledia en una agradable excepción dentro de un monocromo panorama de grandes eventos de música en directo. Para otros, esta ausencia ahonda en la pobreza de la oferta musical de Lledia. ¿Con qué opción os quedáis?
4. Freak Power. Cuando he asistido a conciertos por aquí, he echado en falta ganas de desmadrar, de no tener miedo a salirse del guion. No abundan músicos que entiendan que el papel del artista no consiste únicamente en interpretar con precisión una composición, sino sobre todo en conseguir que esta encandile al público. Y también de un público que entienda que su papel dentro del espectáculo no se limita a cruzar los brazos y escudriñar lo que sucede sobre el escenario, como quien ve un vídeo en YouTube. Apenas he encontrado gente que vaya a los conciertos con ganas de divertirse, y de provocar a los músicos (si van como público) o al público (si asisten como músicos) para que estos saquen lo mejor de sí mismos. En fin: echo de más el exceso de solemnidad, y echo de menos las ganas de pasarlo bien sin más excusas.
5. Chavales y chavalas jóvenes en la música. La música joven no es la que hacen aquellos que tienen 35, ni 30, ni 25 años. Pero apenas he encontrado gente de menos de esa edad haciendo música por aquí. Así que echo de menos a chavalas y a chavales que no pidan permiso a ningún mayor para molar. Desde luego que Lleida no es la única ciudad en la que la juventud se muestra tan pasiva. Pero eso tampoco sirve de consuelo.
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Guía urgente de la ciudad de Lleida #5: cine, libros, museos, salas de exposiciones y arquitectura
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