Amor y ciencia ficción, de Adolfo Díaz

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Pues ya he leído “Amor y ciencia Ficción” (Ediciones Chelsea, 2014), el libro escrito por Adolfo Díaz de Airbag sobre cuya presentación ya hablé en el post anterior. En realidad lo terminé de leer hace diez días, prácticamente en cuanto me hice con él; lo que ocurre es que he estado de vacaciones y no he podido postear antes sobre esto. Pero que conste: las ochenta páginas del libro se leen con gusto en apenas un par de horas.

El libro recopila una serie de textos en los que Adolfo habla sobre todo tipo de temas, desde sus canciones de power pop favoritas, la gira que hizo como guitarrista de Marky Ramone, el significado de algunos de sus temas, la relación entre los componentes de Airbag, sobre los directos y las grabaciones, o sobre las vacaciones que pasó con su novia en el crucero que Weezer organizan por el Caribe para sus fans. Algunos de estos textos son inéditos y muchos otros ya habían visto la luz en fanzines, en revistas o incluso en el libreto de “Buscando la ola perfecta”, el DVD que Airbag publicaron el año pasado.

Está claro que se trata de un libro para fans que no se mete en grandes profundidades, y que lo que se cuenta en él no interesará a esa inmensa mayoría a los que este grupo les provoca indiferencia. Pero yo soy fan de Airbag. Son uno de los grupos de pop más perfectos que yo haya escuchado en castellano. Y está claro que la mayoría de las canciones de Airbag están envueltas en la aparente superficialidad de un mundo de eternos adolescentes que se pasan la vida en la playa, comiendo hamburguesas y hablando sobre cómics y pelis cutres. Pero me ha hecho mucha gracia el pasaje del libro en el que Adolfo comenta que no le gustó nada un concierto de Cat Power porque “iba de intensa”. Cat Power ha grabado algunos de mis discos favoritos de los últimos años (en concreto “You Are Free” y “The Greatest”, aunque “Sun” o sus discos de versiones también están bien chidos), pero, por muy hondo que me lleguen sus canciones, nunca tendrá la espontaneidad y la cercanía de la música de Airbag. Por eso Cat Power podrá ser para mí una artista de referencia, pero de Airbag soy fan y les guardo una profunda devoción que nunca seré capaz de rendir a la también llamada Chan Marshall.

Está bien ser fan de cosas. Admitir que las adoras y que forman parte de tu vida porque sí, sin tener que dar explicaciones demasiado racionales. Ahí está la base de la cultura pop. Si yo no fuera fan de nada, si no sintiera pasión hacia las cosas que escucho o que leo o que veo, supongo que nunca habría empezado con este blog: escribir sobre música no sería más que una actividad profesional, y solo lo haría a cambio de dinero o cosas así. Y del mismo modo ser fan de las canciones de Airbag es lo que me lleva a devorar un libro como este, y sentirme feliz por ello.

Me llama la atención cómo de unos meses para acá, cada vez que alguien se refiere a lo mal que va España, termina la frase aludiendo a que el libro de Belén Esteban es el más vendido. Pues sí, aunque no lo he leído seguro que el libro de esta señora es una mierda, pero en cierto modo sus fans me despiertan una cierta ternura. Belén Esteban es una persona catastrófica a la que supongo que poca gente tiene como un modelo vital, así que imagino que el que lo lee no busca una excelsa calidad literaria ni un faro moral que guíe su existencia, sino un rato de entretenimiento que le permita escapar de una realidad que es aún peor que esa señora. Y esa simpatía no soy capaz de sentirla por la mayoría de los novelones históricos, las autobiografías de personajes fachas y los libros de autoayuda que copan las estanterías de los más vendidos de todas las librerías. Eso sí que es basura.

Hasta la fecha Ediciones Chelsea ha publicado nueve títulos, cada uno dedicado a un músico, y tiene pinta de que todos siguen un patrón similar al de Adolfo Díaz. Por desgracia no soy fan de los autores-protagonistas de todos ellos, así que sus libros no son de mi interés. Pero eso no es problema para que la colección me parezca una gran iniciativa. Porque si los genios minoritarios, los artistas de culto, no cuentan con objetos a los que sus fieles puedan rendir adoración, se quedarían en vulgares obreros de la música. O lo que es mucho peor, pasarían a ser emprendedores, que es una de las cosas más feas que se puede ser en el 2014.

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