Bastante gente toma fotografías de los conciertos a los que acude. Entre ellos los más visibles son, por un lado, los que se dedican a ello profesionalmente, que generalmente cuentan con una técnica depurada y un equipo carísimo, y por otro aquellos que sacan fotos con su smartphone o su cámara compacta sin mayores pretensiones. Pero en medio se encuentra una minoría olvidada: aquellos a los que yo llamo fotógrafos amateur. Internet está lleno de tutoriales técnicos destinados a fotógrafos profesionales (o casi), pero nadie se suele acordar de la gente que da sus primeros pasos. Y aunque no cuento con formación como para dar consejos técnicos a nadie, la experiencia que me ha dado fotografiar cientos de conciertos creo que me da la autoridad suficiente como para dar algunas recomendaciones prácticas que puede que te ayuden a hacer unas fotos que se acerquen a lo que quieres conseguir, y que lo puedas hacer sin agobios.
Pero antes de todo, ¿a quiénes me refiero cuando hablo de fotógrafos amateur? Pues a aquellos que no son profesionales pero hacen fotos que pretenden que lleguen más allá de los límites de Facebook, de Instagram o de cualquiera que sea la red social por la que se mueven habitualmente. Pueden ser colaboradores ocasionales de grandes medios, blogeros, fanzineros, gente que quiere hacer un favor a la gente que toca o simples melómanos aficionados a la fotografía. Personas que cuentan con equipos limitados (al menos si se comparan con los cacharros carísimos de los profesionales) pero solventes para cubrir sus necesidades: cámaras compactas o réflex de gama baja. Y en general fotógrafos autodidactas, aunque a veces se cuela en el grupo gente con formación teórica pero que se encuentra desorientada por no contar con experiencia en sacar fotos en conciertos, que suele ser un medio un tanto hostil. Dado que yo mismo me considero parte de este grupo, y que no creo que ningún BUEN fotógrafo profesional no haya empezado como amateur, no solo siento todo el respeto del mundo por este tipo de fotografías, sino que además pienso que aquí se encuentra mucha de la gente que más disfruta con las fotos que hace.
Pues estos son mis consejos.
- Procura no estorbar. En los grandes festivales y en las salas de postín los fotógrafos profesionales tienen su foso para poder tomar fotos con relativa comodidad. Pero no es tu caso: al fotógrafo principiante, bien porque no ha conseguido el salvoconducto para acceder al foso o bien porque el garito no tiene ningún espacio reservado para reporteros gráficos, le tocará compartir su espacio con el público, y a veces también con los propios artistas. Pues bien: nunca olvides que tú no eres el protagonista del concierto. Sí, incluso esos descerebrados que se están batiendo en un pogo furioso en las primeras filas tienen el mismo derecho o más que tú a estar ahí. Así que lo mejor es que te sitúes en algún sitio discreto en el que no estorbes ni impidas la visión a nadie, lo que a menudo te va a obligar a estar agachado o a tomar las fotos desde una esquina. Y si las circunstancias te imponen que tengas que ocupar un sitio en el que vas a molestar a otra persona, procura permanecer ahí el menor tiempo posible. Al fin y al cabo no es necesario pasarse todo el concierto tomando fotos. Piensa que por norma general a los fotógrafos del foso no se les permite quedarse ahí más de diez minutos, así que no suele venir a cuento que tengas la cámara en marcha más que ese tiempo.
- Conoce a tu enemigo. A menudo encontrarás condiciones adversas en las que cuesta un huevo conseguir una foto decente. Los enemigos de la luz (escenarios fatalmente iluminados o máquinas de humo sin freno) forman parte del decorado habitual en las salas pequeñas. Y, como ya he dicho antes, cuando no hay foso te puedes encontrar con gente molesta en las primeras filas que estará haciendo cualquier cosa rara que seguro que te va a estorbar. Además de que los artistas suelen tener la manía de moverse por el escenario a una velocidad mayor que la que tu obturador es capaz de capturar.
Para esos casos yo planteo dos posibles soluciones: puedes romper la regla de oro de todos los tutoriales profesionales y liarte a tirar flashazos (en serio, cuando se domina un poco cómo funciona, un flashazo bien tirado puede salvarte en entornos extremos) o sencillamente aceptar que no hay manera de sacar fotos decentes, así que lo mejor será que guardes tu cámara y disfrutes de la tocata. - Cada tipo de foto tiene su uso. O, lo que es lo mismo, no todas las fotos valen para todo. Fotos demasiado pesadas ralentizarán la carga de la página web en la que se han enlazado. Y fotos demasiado comprimidas se pixelarán si se imprimen en papel. Mejor hablar de ello por partes.
- Si tus fotos van para internet. Lo mejor será que las comprimas un poco. No tengas miedo a perder calidad: pocos dispositivos tienen una pantalla que pueda reproducir todos los detalles de una foto de 4000×2600 píxeles.
- Si tus fotos se van a imprimir. Lo mejor suele ser utilizar archivos de alta resolución. Para los profanos, esto se traduce en que tu foto debe ocupar al menos 1 Mb. Si no, lo más fácil es que las imágenes aparezcan pixeladas.
Por otro lado, conviene tener en cuenta dónde vas a almacenar tus fotos dependiendo del uso que las vayas a dar.
- Facebook o Instagram. Sirven para compartir las fotos de tu álbum por las propias redes sociales. Pero esas aplicaciones comprimen las imágenes, con lo que estas dejan de ser válidas para imprimir después en papel. Lo digo en serio: nunca os fiéis del diseñador de carteles o del maquetador de una revista que no encuentre problemas en pasar a papel una foto sacada de Facebook. Por otro lado, Facebook suele dar problemas a la hora de enlazar las imágenes en foros, blogs o cualquier otro sitio ajeno a la red social, así que si pretendes que otros las compartan lo mejor es que las alojes en algún otro lugar.
- Flickr. Permite almacenar imágenes con una resolución bastante buena, así que ahí puedes hacerte un bonito álbum. Sin embargo, a mí no me gusta dejar ahí fotos cuando quiero que otra gente las enlace o se las descargue.
- Servidores al estilo Photobucket o Instagram. Son una buena solución para almacenar fotos que quieras enlazar a un foro o un blog, ya que permiten subir imágenes a buena calidad e incluso incorporan editores para recortarlas o variar su tamaño. Lo malo es que no suelen ser útiles si lo que quieres es un álbum bonito que otros puedan ver directamente en la propia web.
- Carpetas descargables. Si lo que quieres es enviar varias fotos a otra persona (bien álbumes de fotos o bien una misma foto a distintos tamaños o niveles de resolución) lo mejor es subir una carpeta a la nube para que quede lista para descargar. Dropbox, WeTransfer o Google Drive son buenas opciones para hacer esto.
Por cierto, tampoco lo que aparece en cada imagen sirve para todo. Muchos medios especializados (blogs, periódicos o revistas) solo utilizan fotos de directos para las crónicas, mientras que para entrevistas u otras noticias solo tiran de posados. Muchos grupos y muchos fotógrafos amateur no tienen esto en cuenta, y se suelen llevar sorpresas cuando ven que no les aceptan sus fotos de conciertos a pesar de que las han enviado con la resolución más alta que se podían imaginar. Mejor estar avisados.
- El dinero no lo es todo. En las primeras filas de los conciertos a menudo se ven equipos fotográficos descomunales que pueden intimidar al amateur que solo lleva una modesta cámara compacta. Sin embargo, hacer fotos decentes o incluso muy buenas no depende tanto del cacharro que se utilice como de lo que hace el tío que maneja la cámara. Una buena cámara compacta o una réflex con un objetivo de 50mm barato suele ser suficiente si se tiene buen ojo y buena mano. Pero por desgracia en el mundo de la fotografía los elitismos están a la orden del día, y las reuniones de fotógrafos terminan por ser una competición por ver quién la tiene más grande. No te dejes engañar. No merece la pena gastar miles de euros en cacharros profesionales si no eres un profesional que va a poder amortizar económicamente la inversión.
Teenage Fan Club en 2005. Hice lo que pude.
Y para terminar, una última recomendación: no te olvides de disfrutar del concierto. Si estás demasiado pendiente de hacer fotos lo más seguro es que termines por distraerte de lo que ocurre encima del escenario. No olvides que las fotos no tienen sonido, así que si estás demasiado pendiente de tener buenos recuerdos con la cámara puede que no llegues a conservar ningún recuerdo de cómo sonó tu canción favorita. Pero seguro que esos de los que tanto te quejabas porque con sus bailes en las primeras filas hacían que tus fotos salieran movidas sí que lo recordarán. Al fin y al cabo, los conciertos están pensados para que la gente disfrute de la música, no para sacar muchas fotos.
Texto y fotos: Carlos Caneda
Índice de fotos: Univers en Musli (2014, Torrelavega), Future Islands en la Sala Albéniz (2014, Gijón), Teenage Fan Club en Kafe Antzokia (2014, Bilbao)