Todavía tengo la espalda como un tendal plegable después de la cantidad de horas que he pasado este fin de semana sentado en las butacas de La Llotja de Lleida. Porque entre el 22 y el 25 de febrero ha tenido lugar la decimoctava edición de Animac, la Mostra Internacional de Cinema d’Animació de Catalunya. Y dado que me gusta el tema, que en esta ciudad no abundan las citas de este calibre, y que la sede principal me cogía muy cerca de casa, era de rigor que me pasara por allí.
Ojo, que he acudido a esta muestra como simple aficionado. En ningún momento me he planteado cubrirlo como un profesional. Por ello, no he tenido remordimientos por saltarme unas cuantas actividades que se prometían bastante interesantes, o por tomarme descansos para acercarme a casa para echar una siesta. Aun así, al hacer recuento me sale que he dedicado no menos de dieciocho horas a esta edición del Animac, con lo que siento que estoy en condiciones de hacer un resumen decente para el blog.
–Cortometrajes. La parte más importante en cuanto a minutos de proyecciones sin duda ha sido la de los cortos. Por las pantallas de la Llotja y del Caixaforum se han pasado horas y horas de producciones salidas de todas las partes del mundo, que abordan todo tipo de géneros y en las que se han empleado todo tipo de formatos y técnicas. Las sesiones han sido apabullantes, así que me siento incapaz de resumir en pocas líneas las decenas de piezas que he visto. Aunque sí que deseo expresar mi más enérgica repulsa por ese subgénero cinematográfico conformado por cortos mudos, en blanco y negro grisáceo o parduzco y de textura granulosa, ambientados en bosques de ramas secas o en paisajes nevados, y en los que en algún momento se pueden ver cuervos. Basta ya, por favor. Sois unos pesados.
En el lado opuesto sería el de los cortos que sí me han gustado. Si tuviera que quedarme solo con uno de ellos lo haría con el noruego The Absence of Eddie Table (Rune Spanns, 2016). Se trata de una película de terror, visualmente espectacular, en la que la voz de Mike Patton (quien se encarga del doblaje de uno de los personajes principales) termina de meter la historia dentro del universo de brutalismo cartoon de aquel Suspended Animation de Phantômas.
–Largometrajes. Mis favoritos han sido los dos que vi en la tarde del sábado. The Breadwinner (2017), una cinta firmada por el estudio Cartoon Saloon (creadores también de la afamada El secreto del libro de Kells (2010)), que cuenta la jodida historia de una niña en el Afganistán de los talibanes. Y sobre todo Belladonna of Sadness (1973) de Eiichi Yamamoto, un delirio erótico-psicodélico con cierta carga feminista, propulsado por una increíble banda sonora a base de rock progresivo setentero.
La trama de ambas películas gira en torno a la opresión que sufren las mujeres en entornos fuertemente machistas. Esta coincidencia no parece casual, ya que el protagonismo femenino ha sido una constante durante toda la muestra. Se ha visto a mujeres que han recogido premios (como el que se llevó Rocío Álvarez por el precioso corto Simbiosis Carnal (2017), mujeres que han organizado y participado en los talleres, e incluso mujeres que han sacado adelante buena parte de la organización del certamen. Y eso está muy bien.
–Charlas. Solo tuve tiempo de estar presente en tres conferencias, de entre las cuales sin duda me quedo con la que Fermin Muguruza dio el viernes. El irundarra se encuentra en pleno proceso de producción de Black is Beltza, su primer largometraje de animación, que se espera que llegue a las salas de cine este 2018. Así, explicó todos los detalles posibles sobre cómo el cómic en el que se basa ha dado pie a un proyecto transmedia en el que están implicados músicos, ilustradores, animadores, actores y todo tipo de activistas culturales.
–Talleres. El espacio Animacrea acogió la zona de encuentro profesional -en la que estuvieron presentes estudios de animación y escuelas de arte- y también sirvió para ver y comprender cómo funciona la parte técnica del mundo de la animación. Se pudieron ver en directo procesos de creación que iban desde los dibujos animados tradicionales hasta el CGI, pasando por las distintas maneras de stop motion. Molt bonic.
–Otras actividades. El hilo temático que ha guiado la programación de esta edición del festival ha sido la música. Y, efectivamente, han sido muchos los puntos de conexión entre música y animación. Así, el Premio Trayectoria de Animac 2018 ha ido a parar a las manos de Zacarías M. de la Riva (responsable de bandas sonoras como Tadeo Jones o Copito de Nieve), y el Premio Honorífico fue concedido al compositor canadiense Normand Roger. En la inauguración del certamen, la proyección del proyecto Las Cuatro Estaciones Animadas contó con la actuación de la Orquestra Simfònica Julià Carbonell, que interpretó en vivo la pieza de Vivaldi (y, por cierto, vaya maravilla que es la parte de otoño, firmada por animador Atsushi Wada). Se proyectaron sendos monográficos dedicados a la historia de los videoclips de animación y a los cortometrajes relacionados con la música clásica. Juanjo Sáez presentó Heavies Tendres, la serie que actualmente se emite en Canal 33. Con el largometraje Lu Over the Wall (Masaaki Yuasa, 2017) se pudo ver un musical en toda regla (aunque no me quedó claro si es un gracioso delirio jpop o un simple Ponyo de garrafón). Y el Café del Teatre sirvió de escenario para las actuaciones del Animac de Nit; y, con ello, a una de las grandes sorpresas que me llevo de esta edición. En un momento la sesión de músicas negras a cargo del colectivo Ponent Roots, Fermin Muguruza se animó a empuñar el micrófono para marcarse en directo un puñado de clasicazos. Oye, que incluso, incluso cayó la versión del Reggae for Peach de Linton Kweshi Johnson, que juraría que nunca se la había escuchado interpretar en directo. Todo un lujazo.
Pingback: Guía urgente de la ciudad de Lleida #5: cine, libros, museos y salas de exposicionesSpam de autor