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Monstruos University
El verano es el tiempo del cine para niños (y también de las de superhéroes y otras aventuras, pero ahora no toca hablar de eso). Durante la temporada de vacaciones escolares de 2013 los batacazos entre todo tipo de superproducciones han sido sonados, pero Monstruos University, Gru 2, Aviones o Los Pitufos 2 han mantenido el tipo en la taquilla. No es de extrañar entonces que este tipo de películas lleguen a ocupar más de la mitad de la cartelera durante los meses de estío, y también durante las vacaciones de Navidad o Semana Santa. Así que este puede ser un buen género por el que empezar el repaso a los envases de cine.
Ante todo he de decir que tengo 35 años y, aunque en muchos aspectos mi vida parezca la de un adolescente, me resulta difícil ponerme en los ojos de un niño, así que lo que cuento en este post no dejan de ser las apreciaciones de alguien que habla sobre unas películas que no fueron creadas para disfrute de alguien como yo. Dicho esto, espero que nadie me venga a decir que me quejo porque yo no soy un niño y tal. Mi punto de vista es el mío, intentar ponerme en el de otro sería absurdo.
Dicho lo cual, para empezar voy a hacer una breve clasificación de los distintos modelos que se puede encontrar entre los envases de cine para niños.
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Los Croods
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Películas de animación
Los blockbusters de grandes estudios. Desde hace tiempo, la mayoría de las películas para niños son de animación, y entre ellas los estrenos de estudios grandes como Pixar (Rompe Ralph, Brave, Monstruos University), Dreamworks (Los Croods, Turbo, El gato con botas), Blue Sky Studios (Ice Age, Madagascar, Epic), Illumination Entertainment (Lorax, Gru), Sony Animation (Lluvia de albóndigas, Hotel Transilvania) y alguna productora más que ahora de memoria no consigo ubicar son las más relevantes por presupuesto, por recaudación y por ambiciones creativas.
Se trata de películas apabullantes en el apartado técnico. La carrera entre productoras de animación por ofrecer una nueva vuelta de tuerca que les mantenga un mes más en la vanguardia me resulta apasionante. Lo que ofrece Pixar cuando se encuentra en estado de gracia me gusta más que cualquiera de las películas de sus competidores; sin embargo, esto no sucede siempre, ya que no todo Pixar está a la altura de Toy Story o Wall-E, y fuera de estas la distancia respecto a lo que sacan el resto de productoras es muy estrecha. Y, por desgracia para el espectador, la mayoría suelen ser bastante parecidas entre sí.
Los diseños suelen ser muy similares, basados casi siempre en una estética caricaturesca obsesionada por personajes con ojos gigantes y con pelo, mucho pelo. Lo mismo sucede con el argumento: desde que ya en los noventa se pudo ver simultáneamente en las pantallas el Bugs de Pixar y el Antz de Dreamworks, las productoras no han tenido problema en atacarse unas a otras estrenando cintas difíciles de diferenciar. Sin ir más lejos, en pocas semanas Dreamworks estrenará Turbo, que a simple vista no parece más que un intento de repetir los éxitos de la saga Cars de Disney.
En un panorama así, algunas películas definen su personalidad sobre los personajes secundarios, que a veces llegan a tener entidad propia y terminan por protagonizar sus propias películas (como El gato con botas, Aviones o la futura película de los Minions), generalmente con pobres resultados artísticos.
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Los Minions, secundarios que terminan por ser protagonistas en la saga Gru
Casi todas las películas para niños cuentan prácticamente la misma historia de fe en uno mismo, aceptación de la diferencia, importancia de la competición, del afán de superación, de no olvidar el trabajo en equipo, de apoyo a la familia tradicional… la gran mayoría defienden de forma explícita una serie de valores supuestamente universales pero que simplemente responden al ideario mayoritario en las clases acomodadas de Norteamérica, que tampoco es muy distinta de la estética de los grupos ultraconservadores de Estados Unidos. Por otro lado, es habitual que estas películas muestren algún tipo de mensaje a favor del respeto al medio ambiente o del consumo responsable, pero dado que estas películas nacen y mueren en una orgía hiperconsumista, me cuesta tomarme en serio estas buenas intenciones. Así que suelo agradecer que las películas me aporten algo más que una simple moraleja -así es como llegó a enamorarme un musical como Happy Feet– o que simplemente esta no esté en el centro de la trama, como en Lluvia de albóndigas.
La segunda división. Por detrás de estas estarían películas hechas con menos mimo pero que igualmente meten a muchísima gente en las salas. Ahí metería a cosas como Aviones, spin off de la franquicia Cars de factura mucho más cutre que sus hermanas mayores, pero que curiosamente no tiene una moralina tan acusada como aquellas otras, aunque sí un mensaje implícito de propaganda del ejército estadounidense.
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Ponyo en el acantilado, de Hayao Miyazaki
La animación tradicional (los dibujos animados) se ha convertido en una rareza. Tiara y el sapo (2009) fue lo último que yo recuerde que Disney estrenara en salas en este formato, y tampoco fue precisamente uno de los mayores éxitos de la casa. Las películas de este tipo que en los últimos tiempos han conseguido alguna notoriedad (Vals con Bahzir, Persépolis, Arrugas…) se apartan de los gustos infantiles, y es raro que lleguen a tener presencia en el circuito mayoritario de multicines. Ni siquiera las de un autor consagrado como Hayao Miyazaki suelen contar con buena distribución en las salas comerciales, así que de otros animes mejor nos olvidamos. Por otro lado, las películas basadas en el stop motion que han alcanzado relevancia en las últimas temporadas (me vienen a la cabeza Frankenweenie o Fantástico Sr. Zorro) iban dirigidas a un público adolescente o directamente adulto.
Cine de animación producido en España. Aquí también hay dos categorías. Por un lado, la liga de los que buscan competir con los blockbusters estadounidenses como Justin, Tadeo Jones o Planeta 51. Por otro, las producciones más modestas como Papá soy una zombie, Blackie & Kanuto, El pez de los deseos, o Copito de nieve (esta última de imagen real pero con protagonistas animados), películas llenas de buenas producciones pero de presupuesto muy limitado que suelen dar lugar a guiones y cinematografía bastante pobre. En cualquier caso, veo encomiable el esfuerzo de la gente que se que apuesta por mantener viva la animación pese a todas las dificultades.
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Los Pitufos 2
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Cine de imagen real
Frente a todo esto, las películas de imagen real parecen relegadas a un segundo plano, a algo parecido al cine pobre. Entre ellas estarían, por un lado, las que insertan protagonistas digitales en entornos de imagen real, como las distintas entregas de Los pitufos o Alvin y las ardillas. Este tipo de cintas presentan un halo de cutrez que me resulta bastante desagradable (las limitaciones de la animación digital cantan cuando se mezcla con la imagen real y los guiones de este tipo de películas suelen ser horribles), pero esto no parece molestar a los niños, que acuden en masa regularmente y disfrutan con estos estrenos.
Las películas con protagonistas de carne y hueso como Jack el cazagigantes o el Blancanieves de Julia Roberts cada vez se dejan ver con menos frecuencia. En este grupo debo destacar las películas con animales, subgénero del que me vienen a la cabeza Una historia extraordinaria, Winter el delfín o el Warhorse de Steven Spielberg. Vale, esas películas se estrenaron hace ya un año y medio, pero suelo tener manía a este género y me resulta difícil prestar atención a las novedades.
Por último estarían las comedias “para toda la familia”, que no dejan de ser películas para niños. Aquí el rey es Adam Sandler, y da igual que cada película suya sea más espantosa que la anterior, que Sandler nunca lo hace mal en la taquilla.
En cualquier caso, excepciones como la gloriosa Los Muppets (2012) hacen que todavía se pueda pensar que no está todo perdido entre las películas infantiles de imagen real.
Y en resto se resumen la mayoría de las películas para niños que llegan a la cartelera. Pero ¿qué hace que la mayoría de ellas sean tan rentables? Y ¿qué tipo de público disfruta con ellas? Eso lo voy a destripar en el siguiente post.
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