Adiós, 2022. Primera parte: Música

Fotos: Tarta Relena y Turbolover DJ por Midamideta. Anabel Lee y Ferran Palau por Carlos Caneda.

El blog de Spam de Autor cumplió diez años en agosto del año que acaba de terminar. Hubiera sido un buen momento para haberlo celebrado con una fiesta, o al menos haber publicado una serie de posts especiales. Pero no he tenido manera de sacar adelante nada de eso. De hecho, 2022 ha sido el año más estéril hasta en cuanto a publicación de contenidos en el blog.

Aún así, aquí va mi post-resumen de cosas de 2022 (y, por supuesto, sale publicado fuera de fecha). No sé si a alguien le interesará lo más mínimo, pero supongo que me resultará útil si un día necesito recordar qué más hice el año pasado además de pasar el COVID, despedirme de mis amigos de Lleida y tirarme semanas y semanas embalando y desembalando las cosas que no he regalado ni he tirado a la basura a cuenta de mi supermudanza. Y como me ha quedado un tocho de texto bastante hermoso, hoy me voy a centrar en el repaso a cosas musicales y mañana ya saldrá otro post sobre otros asuntos. 

Música

Según Last.fm estos fueron los discos a los que más escuchas he pegado durante 2022. Me llama la atención que la mayoría de ellos se publicaron a lo largo de los últimos doce meses; vamos, que en esta ocasión he estado enganchadísimo a las novedades.

Y aquí dejo una playlist de Spotify con tres horas de canciones nuevas que escuché mucho durante el año.


Pinchadas

A lo largo de 2020 y 2021 me planteé en unas cuantas ocasiones que ya había llegado la hora de deshacerme de la controladora y de dejar de pinchar. Bueno, pues contra todo pronóstico 2022 ha sido el año de mi vida en que más veces he pinchado en público. Lo hice unas cuantas veces en el Tukuman de Lleida, unas cuantas más en el Zeppelim de Santander, y alguna que otra vez puse música en el Beat de Cappont. Pero, sin duda, cuando más disfruté fue con las sesiones que hice antes y después de los conciertos de Anabel Lee, Mujeres y Él Mató a un policía motorizado, en las que los amigos de Mayday me dejaron libertad para que sonara lo que yo viera a bien, y la gente que allí estuvo parece que quedó bien a gusto.


Música en directo

2022 también trajo el momento de asistir de nuevo a conciertos en condiciones. Durante los primeros meses del año aún seguían activas muchas de las restricciones de la pandemia, así que no hubo demasiada oferta para escoger. Pero a partir de marzo las agendas se aceleraron, y para finales de la primavera ya se celebraban casi tantos conciertos como a finales de  2019. 

Entre los conciertos del pasado año que a día de hoy recuerdo con más cariño están algunos de los que montaron la gente de Mayday en Lleida: Anabel LeeMujeresChaqueta de Chándal o Él mató un policia motorizado.  Unas pocas semanas antes de estos últimos ya había visto a 107 faunos en el Primavera Sound, y unos meses después pillé en Santander a Bestia Bebé. Vamos, que el año en que Argentina ha ganado su tercer mundial de fútbol yo disfruté en directo de buena parte de la selección de indie rock albiceleste (y es una pena no haber tenido ocasión de encontrarme con Las Ligas Menores para haber completado el poker de ases). 

También volví a ir a festivales. En un primer momento, a uno de formato pequeño como es el MUD (mi crónica se puede leer aquí, aquí y aquí), y más adelante ya regresé a citas masivas como el Primavera Sound de Barcelona y al Vida de Vilanova i la Geltrú. Por un lado, después de dos años de restricciones y encierros yo necesitaba regresar a grandes saraos de este tipo. Por otro, una vez que he estado allí entre las grandes multitudes, me he sentido fuera de juego. De hecho, los conciertos en los que mejor me lo pasé fueron en los escenarios más pequeños (preferí ver en primera fila a Napalm Death antes que agobiarme con Nick Cave, e hice lo propio en un ambiente casi íntimo para disfrutar con el directo de Tito Ramírez antes que verme devorado por la masa de público de Sports Team y Alt-J). Y guardo mejores recuerdos de ratos que pasé charlando con amigos de espaldas al escenario o apoyando el codo en la barra mientras caían rondas de chupitos.  

¿Me he vuelto un soso con la pandemia? ¿La edad empieza a convertirme en un carcamal? La respuesta a ambas cuestiones es afirmativa. Pero hay más. Y es que el negocio de la música en directo ha puesto el turbo en la máquina de exprimir al espectador, y en muchos momentos solo hay forma de disfrutar si se huye de donde se supone que está el meollo del espectáculo. Ojalá consiguiera un poco de tiempo para publicar un post en el que desarrollara mejor esta idea. De momento solo se me ocurre dejar un consejo (a los lectores y a mí mismo): no merece la pena agobiarse por tratar de estar en todo lo que se supone que es más importante. No vale la pena.

Un comentario en «Adiós, 2022. Primera parte: Música»

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