Uno de los libros musicales que mejor lucen esta temporada en la sección de novedades de las librerías es “The Haçienda: como no dirigir un club” de Peter Hook (Ed. Contra, 2019). Entre otras cosas, porque el diseño de la cubierta (inspirado en la decoración del mítico club de Manchester) es espectacular. Como incondicional de Joy Division y de New Order que soy, y también como trabajador de la Hacienda Pública, estaba claro que no iba a tardar en devorarme este volumen. Y doy fe de que no defrauda: en sus páginas se acumulan cientos de anécdotas premium sobre juergas, drogas, guerras entre bandas mafiosas, holocaustos contables y catástrofes personales. Y todo esto sucedió mientras por los altavoces sonaba mucha de la mejor música que se pudo escuchar durante las décadas de los ochenta y los noventa.
¿A alguien no le suena el nombre de Peter Hook? Pues se trata de uno de los grandes protagonistas que ha tenido la música británica durante las últimas cuatro décadas. Como componente de Joy Division, New Order, Monaco o Revenge, es co-responsable de decenas de canciones acojonantes, y ha desarrollado uno de los sonidos de bajo más reconocibles que yo pueda recordar. Además fue uno de los propietarios de The Haçienda, el club de Manchester que entre 1982 y 1997 se convirtió en uno de los locales musicales más afamados del planeta. Concebido como un espacio en el que materializar el ideario estético del sello Factory Records, The Haç comenzó como sala orientada a la música en directo por cuyo escenario pasó mucho de lo más interesante de su momento, y con el tiempo pasó a ser uno de los grandes templos del Acid House y en el escenario más reconocible de la así llamada Movida de Madchester. Gentes de todo el mundo peregrinaban a la ciudad atraídos por la fama de un lugar que albergaba una música (y una forma de salir de farra) adelantada a su época. Pero, al mismo tiempo, la mala cabeza de Hookey y del resto de responsables del local provocaban que, a efectos prácticos, cualquier éxito solo sirviera para que el negocio y todo lo que se encontraba en su órbita continuara hundiéndose en un pozo de profundidades abisales.
Así que este libro representa una especie de vademecum del crapuleo, dotado de la autoridad que otorga que tanto su autor como muchos de los que le rodeaban sean reconocidos como los mayores descerebrados de su generación. Y el resultado es francamente divertido. Aunque, con una historia tan extraordinaria como la que se cuenta aquí, parece difícil que no hubiera sido de otro modo. El propio Hook comenta sobre la peli 24 Hours Party People de Michael Winterbottom, “he visto la peli tres o cuatro veces. Es una mierda, pero es una mierda que se disfruta. No se podría hacer una película aburrida sobre The Haçienda ni aposta”.
En cualquier
caso, me parece muy interesante que el libro incluya apartados con la
contabilidad anual y también con la programación de djs y conciertos del club (en
bastantes casos acompañada de los repertorios que sonaron durante la noche). Se
trata de un material más que interesante para el que busque información menos frívola, o relacionada de manera
más directa con lo estrictamente musical. Aunque, por otro lado, este The Haçienda también incluye una
relación de obras de referencia (libros, películas, documentales, etc) a partir
de los cuales consultar cualquier dato sobre el que quede la más mínima duda.
Porque durante los últimos años se ha generado un volumen ingente de merchandising en torno a Joy Division /
New Order (bueno, también sobre The
Smiths, The Happy Mondays, The Stone Roses o cualquier cosa que
sucediera en Manchester durante los ochenta). Pero este fetichismo también ha
ayudado a que crezca la demanda de otro tipo de productos relacionados con el
tema. Y gracias a ello se ha publicado toda esa documentación inestimable para
conocer los entresijos de lo que allí sucedió.
En fin: gracias, grandes multinacionales del negocio textil, por ayudar a que libros tan entretenidos como este The Haçienda hayan visto la luz en ediciones tan bonitas.