La caída del muro de Berlín en 1989 propició una sacudida de las que hacen época en el underground cultural de lo que ahora es la capital de Alemania. Quizás fue algo parecido a lo que supuso la Movida Madrileña durante la transición, solo que con menos mamoneo, más anarquía, con una repercusión internacional infinitamente más extensa y una Influencia bastante más profunda sobre los acontecimientos futuros. Una de las manifestaciones de aquella movida fue el estallido de una escena en torno a la música techno que, por creatividad y por vitalidad, convirtió a Berlín en una de las capitales mundiales de la música electrónica. Bueno, pues sobre los orígenes y el desarrollo de este fenómeno habla “Der Klang Der Familie: Berlín, el techno y la caída del muro”, el libro coordinado por Felix Denk y Sven Von Thülen que publicó en España el año pasado la editorial Alpha Decay.
El relato oral colectivo es un medio bastante útil para repasar historias cuando el protagonismo no recae en un único individuo, sino que se reparte entre las personas que forman parte de una comunidad. Y el propio título del libro (“El sonido de la familia”, tomado del himno producido por 3 Phase y Dr. Motte) apunta a que importante aquí es el conjunto de la familia, la escena que se formó en torno al techno. Al fin y al cabo, aquí se habla de hits publicados como white labels, casi de forma anónima y de espaldas a la industria discográfica; de djs que rechazan el culto a la imagen; de salas y eventos que funcionaban en la sombra, al borde de la clandestinidad; y de un público que en buena medida terminó tomando parte activa en el desarrollo de la escena. Ergo, la visión coral de la historia funciona bastante bien a la hora de contar una historia que presenta tantos focos de atención distintos.
Y lo que se cuenta es cómo las inquietudes que existían a ambos lados del muro de Berlín se llevaron al límite cuando este cayó. Con una sociedad en estado de shock y con un mundo entero por conquistar en el erial que era el Berlín Este, la ciudad se convirtió en una tierra de oportunidades para aquel que tuviera la imaginación, el talento y las ganas de sacar adelante sus sueños.
Así es como “Der Klang…” relata la aparición y el desarrollo de clubs y fiestas que albergaron el ecosistema del techno (Tresor, Ufo, Love Parade, Planet, E-Werk…), los distintos estilos que sonaron (techno, house, gabber, trance…), la aparición de todo lo que sirvió para estructurar la escena (tiendas de discos, distribuidoras, emisoras de radio, revistas y fanzines)… De todo ello, me han resultado especialmente excitantes las descripciones de la caída del muro por personas que lo vivieron desde ambos lados; la revolución que supuso la llegada a Berlín la gente del colectivo Underground Ressistance de Detroit; y, en general, la euforia de la escena en sus momentos de mayor vitalidad, y el miedo cuando empezó a manifestarse el reverso oscuro de todo aquello.
Por otro lado, el libro funciona casi como un reverso de lo que contaba “Energy Flash” de Simon Reynolds. Si aquel se centraba en la aparición de una escena de masas en torno a la al fenómeno rave en los tiempos del aceeed y el ‘ardkore, aquí se centra en el techno puro (¡y bien duro!), en la escena de clubes y en una especie de élite de los personajes más representativos de la escena. De hecho, es llamativo el distinto trato que se da al colectivo Underground Ressistance, criticado (con bastantes matices) en “Energy Flash” y alabado en “Der Klang…”. Aunque ambas coinciden en dar un tratamiento similar a los technoflautas de Spiral Tribe (por lo que uno concluye que debieron de ser unos personajes realmente indeseables), y, sobre todo, en achacar la decadencia de ambas escenas a la aceptación de un espíritu comercial, a los estragos que produjo el abuso de las drogas, y a la entrada en acción de mafias y personajes ultraviolentos.
Pero, ojo, “Der Klang…” no resulta especialmente tremendista a la hora de retratar estos aspectos escabrosos, y en eso se aparta bastante de otras historias corales que dedican páginas y páginas a desmenuzar las atrocidades más extravagantes. Aquí aparecen como un elemento más dentro de una historia en la que el centro está reservado a lo importante: la aparición de una comunidad en torno a la música que en buena medida encarnó el espírity de la nueva época que se abría en Berlín. Y esto el libro lo cuenta de forma bastante guay.