La expansión de la oferta de literatura musical en castellano es evidente. Hace no tanto las librerías apenas vendías tomos sobre Bob Dylan, biografías sencillotas de artistas populares y recopilaciones de letras de canciones. Y resulta que en 2020 ya ha aparecido el segundo volumen de Loco (Hurtado & Ortega Editores), donde el propio Paco Loco repasa su trabajo como productor musical. Vamos, que ya incluso se publican biografías de técnicos de sonido.
Ojo, que Paco Loco (nacido en México DF en 1963) tampoco es que sea un secundario anónimo dentro del mundillo de la música estatal. A mediados de la década de los noventa Loco alcanzó una relativa fama como responsable de buena parte de las grabaciones del llamado Xixón Sound. Y, posteriormente, por su estudio del Puerto de Santa María (Cádiz) han pasado innumerables grupos de todo tipo y condición. Sería una estupidez hacer un ranking de los productores más currantes o los que mejores discos han sacado, pero da igual: si alguien fuera tan estúpido como para hacerlo, seguro de Paco Loco estaría en el top 5.
Sus memorias sobre el viejo estudio de Gijón ya quedaron escritas en Loco: cómo no llevar un estudio de grabación (Hurtado & Ortega Editores, 2016); así que, como era de esperar, este Loco 2: Cómo llevar un estudio de grabación y no morir en el intento (2020) se centra en recordar momentos de su trabajo en Cádiz. Más concretamente, el libro recoge la grabación de una decena de álbumes, hace un inventario rápido del backline de su estudio, repasa algunas de sus manías y trucos a la hora de trabajar en el estudio, y también propone reflexiones sobre temas candentes, como la presencia de la mujer en el oficio de técnico de sonido, o la incorporación de nuevas tecnologías al proceso de grabación. Por otro lado, repartidos por las páginas aparecen varios QRs con enlaces a vídeos en los que el propio Paco Loco amplía sus explicaciones técnicas. Bueno, y repartidos por prácticamente todos los párrafos aparecen chistes malísimos de esos que han hecho célebre al señor Loco. Madre mía, el sentido del humor de este hombre es terrible.
Con todo esto, ha quedado un libro ligero de leer, con algún pasaje interesante, pero que en general me ha resultado un tanto intrascendente. En parte, porque no soy entusiasta de los temas que trata en estas páginas. Me resulta muy aburrido escuchar a músicos fardar de sus equipazos, y aún más cuando explican los detalles técnicos de sus grabaciones. En fin: componer, ensayar, grabar y probar sonido antes de una actuación son las partes menos estimulantes de la experiencia musical y, por norma general, me parece estupendo que se realicen fuera de la mirada del público. Ahí no hay nada que ver, como dice la Guardia Civil.
Por otra parte, tampoco me interesan mucho la mayoría de los discos sobre los que se hablan aquí. Creo que solo he escuchado en más de una ocasión el Año Santo de Triángulo de Amor Bizarro, Leave Me Alone de Hinds y La primera ópera envasada al vacío de Sr. Chinarro. Entre el resto aparecen algunos que no pintan mal, pero a los que tampoco he prestado atención (los de Remate, El tiempo de las cerezas de Bunbury y Nacho Vegas o Blood/Candy de The Posies), y otros que no me interesan lo más mínimo, como los de Delafé o La Habitación Roja. En fin: creo que os podéis hacer a la idea de lo poco divertido que resulta leer cómo se tensaron los parches de la batería cuando se grabaron unas canciones que ni he escuchado ni tengo intención de hacerlo.
Supongo que el personaje de Paco Loco da para lo que da. Tiene fama de ser un currante de la música y un tío cachondo con el que se suele da gusto compartir espacio de trabajo. Y creo que esas dos cosas quedan bien reflejadas en estas páginas. Por contra, ya os podéis ir olvidando de hazañas sobre farras épicas o descensos a los infiernos de la droga y el sexo chungo. Seguramente el libro sería mucho más divertido si sus páginas se encontraran repletas de ese tipo de gestas. Pero, quién sabe, si así fuera quizás Paco Loco no estaría reconocido hoy como uno de los principales responsables de que la música española suene como suena.