Spam de Autor vuelve a estar a la última: me he convertido en un Early Adopter de la segunda oleada de confinamientos derivados de la COVID-19. Mientras la mayoría de los que leéis esto estáis disfrutando de un verano de relativa nueva normalidad, la sede de la redacción en la capital del Segrià se ha quedado atrapada en un plano paralelo de la realidad en el que no se puede acudir a bares, la mayoría de las reuniones sociales están prohibidas y ni siquiera hay piscinas abiertas desde las que combatir la canícula. Por todo esto, no queda más remedio que resignarse y buscar esparcimiento en el frescor del encierro doméstico.
Os voy a hacer un spoiler: si en el primer confinamiento todo fue un aburrimiento, el segundo se ha convertido en un coñazo elevado al cubo. No he encontrado ningún aspecto que me haya parecido más tolerable que la primera vez.
En todo caso, el exceso de tiempo muerto de las últimas semanas me ha permitido terminar dos libros que llevaban años rondado mis estanterías, pero que nunca lograba reunir la concentración necesaria para terminarlos. El libro de la Salsa y Shock and Awe son dos volúmenes generosos (el primero tiene casi 500 páginas y el segundo se queda cerca de las 700) que por la profundidad y la densidad de sus textos bien se les puede considerar manuales académicos. Esto significa que no están concebidos para que funcionen como lecturas fáciles (que diría Cristina Morales), pero que sin duda permiten ampliar los horizontes musicales del que consiga merendárselos enteros.
El libro de la Salsa. Crónica de la música del Caribe urbano, de César Miguel Rondón (Turner Publicaciones, 2017)
Desde mediados de la década de los sesenta hasta los inicios de los ochenta del siglo pasado el Caribe vivió una efervescencia musical desbocada. Y la Salsa es el ambiguo término que da cobijo a buena parte del inabarcable catálogo de sonidos que se desarrolló durante aquellos años. El periodista venezolano César Miguel Rondón fue testigo personal de aquel boom, y en 1978 dejó constancia de ello en la primera edición de este El libro de la Salsa.
A la vista del resultado, la tarea de sintetizar en un solo volumen toda la información de la que disponía tuvo que ser titánica. A pesar de que en buena medida el sello neoyorkino Fania Records funcionó como eje vertebrador de la Salsa de los setenta, esta historia habría quedado muy incompleta si en el libro se hubiera desatendido tanto el catálogo de otras compañías musicales como, sobre todo, las distintas corrientes secundarias que sacudieron la costa del Caribe a partir de las escenas locales de Cuba, México, Costa Rica, República Dominicana, Panamá, Colombia o Venezuela. Y, del mismo modo, en las páginas del libro se desgrana una constelación de gigantes de la música como Eddie Palmieri, Joe Cuba, La Lupe, Ray Barretto, Héctor Lavoe, Cheo Feliciano, Larry Harlow, Willie Colón, Óscar D’Leon, Rubén Blades o Celia Cruz, pero también se atiende a la infinidad de conjuntos y de intérpretes que les acompañaron o simplemente sonaron a su alrededor. Así que el libro está construido como una maraña de historias entrecruzadas: resultaría inútil trazar una historia de este género que siguiera una única línea temporal.
La primera edición de El libro de la Salsa se terminó en 1978; por ello, el texto original solo cubría lo que aconteció durante las primeras oleadas del llamado boom de la Salsa, y quedaron fuera acontecimientos posteriores que resultan capitales para entender el desarrollo de la música caribeña. Téngase en cuenta que ese mismo 1978 vio la luz el disco Siembra de Willie Colón y Rubén Blades, que se convirtió en el disco de Salsa más vendido hasta la fecha (y que mantuvo ese honor hasta que en 1990 apareció el Bachata Rosa de Juan Luis Guerra) y en uno de los más influyentes de la historia del género. Por esto resultan bastante interesantes las correcciones que se fueron introduciendo en ediciones posteriores, además del epílogo que repasa lo acaecido en el universo de la salsa desde comienzos de los ochenta hasta bien avanzado el siglo XXI.
En fin: se trata de un libro valiosísimo para adentrarse y profundizar en la que pienso que es una de las epopeyas musicales más ricas e interesantes de la segunda mitad del siglo XX. A pesar de ello, presenta varios pasajes más espesos de lo que me habría gustado: algunos repasos a los infinitos intérpretes y pequeños conjuntos que funcionaron en Cuba o Venezuela me han resultado insufribles, y me recordaron a los listados de nombres impronunciables que aparecen en las páginas de El Silmarillion de J. R. R. Tolkien. Pero, a pesar de todo, El libro de la Salsa ofrece toneladas de información y de opiniones de primera calidad, y están redactadas de forma maravillosa.
Shock and Awe. Glam Rock and Its Legacy, from the Seventies to the Twenty—First Century, de Simon Reynolds (Dey St., 2016)
Cada vez que termino un libro de Simon Reynolds me quedo con la sensación de que acaba de transformar la manera en que voy a escuchar música a partir de ese momento. Tengo a Reynolds por un gigante del periodismo musical. Es la persona que escribe los mejores textos sobre cultura pop que yo haya leído. Ya dejé constancia de ello después de terminar Retromania y Energy Flash. Y ahora que he terminado este Shock and Awe me quedo con la misma sensación.
Reynolds comienza su historia del Glam Rock a mediados de la década de los sesenta, con los primeros movimientos de unos jóvenes y dubitativos Marc Bolan y David Bowie; recorre los distintos estallidos en los que se manifestó el movimiento a lo largo de los setenta (no se escatiman páginas a la hora de hablar sobre Alice Cooper, Slade, Gary Glitter, las distintas personalidades de David Bowie, Roxy Music, Wayne County o Queen, entre otras decenas de nombres), y termina el ciclo con la crónica de la grabación de Heroes de Bowie en 1977. Y, de propina, el libro se cierra con un epílogo de casi cien páginas (!) que repasan distintas maneras en las que el espíritu glam se ha visto reflejado desde entonces hasta el momento en que el libro llegó por primera vez a las imprentas: desde Johnny Rotten y Siouxie and the Banshees, Grace Jones, Prince, el Hair Metal, Marilyn Manson, Lady Gaga o Kanye West, hasta el cierre apoteósico (como no) con Blackstar el disco con el que David Bowie se despidió a comienzos de 2016.
Reynolds traza con increíble precisión el perfil de cada uno de los innumerables personajes y bandas que desfilan por las páginas del libro. Incluso consigue que nombres a los que no se les dedica más que unos pocos párrafos (Sparks, Heavy Metal Kids, Jobriath…) parezcan indispensables para comprender el conjunto de la obra. Y, entre todas estas notas biográficas, el autor va sembrando una infinidad de apuntes sobre la fama y el culto a la personalidad, la relación entre el rock y el mundo del teatro o el de la moda, la hipersexualización de la cultura popular, el brilli brilli, las visiones nostálgicas y las futuristas dentro del rock, o las innovaciones en los estudios de grabación que hicieron surgir unas producciones ultrasónicas. Casi en cada párrafo introduce alguna reflexión sorprendente, de las que se mantienen en la cabeza durante días y que terminan por poner patas arriba casi todas las ideas preconcebidas que uno guarda sobre cultura popular.
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