Vainica Doble: el libro

A finales del pasado 2018 Libros Walden lanzó una reedición revisada de Vainica Doble, el libro de Fernando Márquez “el Zurdo” sobre el grupo. Desde que vio la luz en 1983 no se había vuelto a imprimir, así que solo podía localizarse en el mercado de segunda mano o bien pillando polvo en alguna vieja librería con mucho fondo de catálogo. Yo llevo una buena temporada de fanatismo subido por el grupo, por lo que estaba claro que una copia pronto llegaría a mis manos. Y, ahora que ya la he leído, toca hablar un rato sobre él. 



Se trata de un libro pequeño y breve, editado en tapa blanda y con portada feúcha. No se me ocurre un formato mejor para plasmar el espíritu de andar por casa presente en casi todo lo que rodea al dúo de Elena Santonja y Gloria Van Aersen. En cuanto al contenido, también parece planeado con ánimo fanzinero: el libro incluye la transcripción de una serie de entrevistas de mesa camilla (así las define el propio Márquez) con Carmen y Gloria, un repaso comentado a la discografía del grupo y una serie de textos en los que amigos, allegados y fans ilustres explican la admiración que sienten por la pareja. 

Sin duda, las páginas suculentas son las de las entrevistas. En ellas se dejan caer detalles de la vida personal de la pareja, y se desgrana una carrera musical que desde un punto de vista profesional fue una catástrofe permanente. Los desencuentros que tuvieron con los directivos de la industria musical fueron constantes. Cada vez que se acercaban a un estudio de grabación se sucedían los conflictos con técnicos, músicos, y también entre ellas mismas. Para rematar, eran incapaces de cumplir con los compromisos que exige la promoción de una obra musical, y su pánico a subir a un escenario. En fin, el desastre está servido.

El caso es que Gloria y Carmen responden a las entrevistas con una espontaneidad y una sinceridad pasmosas, que muestran con claridad cristalina de las entrañas del dúo. Y en ellas se vislumbra algo parecido a lo que Jaime de Armiñán (escritor, director, guionista, marido de Elena Santonja y cuñado de Carmen Santonja) comenta sobre ellas.

Lo curioso es que, tanto Gloria como Mari Carmen, cuando hablan en público, y sobre todo cuando hablan de sí mismas, parecen tontas. Gloria –con ese acento tan holandés que le caracteriza- suele decir que ella no sabe nada, que no le importa nada, que  eso “esta”, que es la que hace las letras. Y Mari Carmen se contagia y subiendo las cejas dice que bueno. Un observador avisado opinaría que son dos mamarrachas caídas de un guindo. Y estaría sembrado el observador: son listísimas, maravillosas, sagaces y certeras. Son soberbias que se hacen las humildes sin pretenderlo

Efectivamente, Vainica Doble fueron un desastre. Pero, eso sí, parieron una de las discografías más alucinantes del pop en castellano. Crearon un universo lírico cargados de una riqueza y una imaginación casi inimaginable en su época. Construyeron un cancionero a base de juntar psicodelia, música clásica, folk, Serge Gainsbourg, rock progresivo, jazz y mil cosas más con una audacia inusitada en un simple conjunto pop. Y, coño, hicieron locuras como poner sintonía a Con las manos en la masa, a Juncal, y llamaron a Antonio Resines para que metiera coros en Taquicardia. Sin duda, fueron las mejores.

Volviendo a hablar sobre el libro, no todos los textos de la parte final están a un buen nivel. Entre los que escriben, algunos parece que no tienen gran cosa que contar, y otros no demuestran una especial habilidad para redactar con gracia. En cualquier caso, leer lo que cuentan sobre Vainica Doble gente como Juan de Pablos o Paco Clavel siempre es interesante. Y algunos textos son bastante gráficos a la hora de explicar cómo se llega a ser fanático de un grupo tan marciano como este. Qué bien explica Teresa Iturrioz (Le Mans, Single, gran versioneadora de Vainica Doble) lo complicado que puede ser el primer contacto con su música.

No sé cómo le sonaría la música de Vainica Doble a alguien de veinte años que la oyera ahora por primera vez. Seguramente le resultaría algo rancion y aburrido. Ya a principios de los noventa podía pasar eso. Al menos fue mi caso. En mi casa sonaban bastante y no precisamente porque yo las pusiera; me parecían una cosa horrible. Sí, había letras bonitas, pero había cosas que no me pasaban. Frases como “El niño inseminado se ha dormido”, “Tenía que bordar Mari Luz punto de cruz”… No sé, yo estaría llena de prejuicios y no las entendía. Además, la música tenía a menudo un aire jipi que daba pereza. No me entraban. 

Y, llegados a este punto, no se me ocurre nada más que contaros sobre un libro que, si os interesa, lo podéis leer de una sentada. Así que me despido por hoy, pero aprovecho para pegar aquí algunas de mis canciones favoritas de Vainica Doble.

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