El pasado sábado me hicieron una minientrevista en Radio 3. La emisora montaba una fiesta en el Escenario Santander en la que invitaron a tocar a varios grupos locales, y de paso entrevistaron a varias personas con cierta relevancia en la vida cultural de la región. A mí me llamaron para hablar junto a Javi Patrullero sobre cómo se ve Santander desde nuestra atalaya de Al Norte del Norte. Fue una cosita breve pero intensa (coñe, que me tocó hablar delante de, no sé, ¿mil espectadores?), entre otras cosas por la carga emocional de tener un minuto de gloria en una emisora que durante muchos años ha supuesto tanto para mí. Recuerdo a mediados de los noventa, cuando el dinero apenas llegaba para alquilar de vez en cuando un cd y la mayoría de los discos interesantes ni siquiera tenían distribución en esta zona del mundo, que Radio 3 era un fuente inagotable de conocimientos arcanos sobre asuntos ignotos… así que durante unos cuantos años de mi vida estuve enganchado a todo lo que salía por el transistor. Y de pronto llega un día en el que te das cuenta que te has convertido en uno de esos profetas de las ondas que revelaban las verdades que con tanta devoción yo recibía. Esa gente que conocía cosas y vivía situaciones que a mi yo adolescente le parecían inalcanzables.
Por otro lado, esta noche voy a ver de nuevo en directo a Low, uno de esos grupos que me obsesionaron cuando tenía 20 años. El caso es que en el cartel veo que figura como telonero un tal Mike Noga, que tras un breve sondeo en google descubro que se trata de la persona que durante muchos años se ha sentado tras la batería de los australianos The Drones. Y otra vez se me viene el pasado encima. Porque en el primer concierto que yo organicé fueron The Drones los cabezas de cartel, acompañados por Soul Gestapo. Era la primera vez que el grupo tocaba en España, y tuvo lugar ni más ni menos que el 27 de octubre de 2005. Sí sí, hoy hace exactamente diez años.
Y hace poco me encontré en una carpeta vieja el primer artículo escrito por mí que salió publicado en prensa. Fue en 2004: una reseña de “A Ghost is Born” de Wilco que apareció en el primer número de un periódico gratuito del que no se publicó ningún otro número. Por supuesto que no vi un duro por aquello, pero entonces me hizo toda la ilusión del mundo. Cuando salió, pensé que era lo más alto que iba a llegar escribiendo cosas. Pero resulta que este fin de semana, once años después de aquello, he cerrado el número de noviembre de Mondosonoro en Cantabria, y calculo que cuando el próximo fin de semana me encuentre los ejemplares ya repartidos me hará tanta ilusión como cuando vi mi primer artículo impreso.
En fin, no es que haya alcanzado la cima del mundo, ni mucho menos. Al fin y al cabo, más bien siento que me han asignado un papel de actor secundario al que le tocar alegrar alguna escena desangelada para ver si hay suerte y no queda fuera en la sala de montaje. Y a veces el Fantasma de las Navidades Pasadas se me viene encima para echarme en cara que me voy haciendo viejo, que necesito un trabajo a jornada completa y que otra vez estoy soltero. Pero si le miro a los ojos y comparo lo que ahí veo con lo que soy ahora, siento que la cosa tampoco está tan mal. Así que, por una vez en la vida, relajarse y disfrutar de lo que va a venir es lo primero. Lo demás es secundario.