En la serie “Amar es para siempre” que actualmente se emite en las sobremesas de Antena 3 aparece el personaje de Mauro, un joven de hábitos desordenados pero con un ánimo emprendedor que le lleva a probar suerte como dibujante de tebeos. Puede llamar la atención que una serie estéticamente tan conservadora fije su atención en el mundo del cómic, aunque si nos paramos a pensar no parece tan extraño. Desde la década de los cincuenta hasta los ochenta los cómics fueron un arte verdaderamente popular, consumido de forma masiva entre el público infantil y juvenil sin distinción social. Más en concreto, los personajes que aparecían en los tebeos de Ediciones Bruguera calaron de forma muy profunda en el imaginario colectivo. Pero además en los últimos años han visto la luz varias obras que han tratado de reconstruir el ambiente editorial barcelonés de finales de los años cincuenta y principios de los sesenta, de las cuales hoy toca destacar tres: Los profesionales de Carlos Giménez, El gran Vázquez por Óscar Aibar y El invierno del dibujante de Paco Roca.
Los profesionales, de Carlos Giménez
Lo cierto es que esta serie tiene poco de novedoso: el gran Carlos Giménez empezó a publicar las historias de Los profesionales a principios de la década de los ochenta en la revista Rambla, a principios de la pasada década se reeditaron de la mano de la editorial Glènat en forma de cinco tomos, y en 2011 la Editorial Debolsillo publicó un tomo integral con todo lo aparecido hasta la fecha. Es irónico que una editorial que lleva por nombre Debolsillo saque tomos de más de 650 páginas como este, así que este es un caso digno de haber aparecido en mi post sobre cómics aparatosos. Pero no me quiero desviar del tema. El asunto es que la sucesión de reediciones ha conseguido que este cómic siga anclado a la actualidad pese a que se empezó a publicar hace ya treinta años.
Los profesionales un relato en clave cómica de un grupo de dibujantes de cómics en la Barcelona de los años 60; un retrato de los estamentos más bajos de la mezquina industria editorial de la época, pero sobre todo de los años del desarrollismo, y de las ilusiones y las ganas de salir adelante de una población que malvivía en medio de la miseria económica y la fuerte represión ideológica y sexual de la época. El resultado es una colección de historias divertidas y tremendamente vitalistas, tan tiernas como las que Giménez contó en el también inmenso Paracuellos aunque sin el poso de desesperación de aquella serie.
Lo más llamativo es que a pesar de lo rocambolesco de las situaciones que narra, Los profesionales lleva la etiqueta de historia autobiográfica. Y aunque es posible que fuera de las viñetas de Giménez nunca haya existido una editorial llamada Creaciones Ilustradas, el lector espabilado será capaz de intuir todo lo que hay de real aquí.
El Gran Vázquez, de Óscar Aibar
En 2010 se estrenó en los cines la película El Gran Vázquez, un biopic sobre Manuel Vázquez Gallego. Vázquez fue el autor de algunos de los cómics más recordados de su generación; de sus rotuladores salieron clásicos como Anacleto, Las hermanas Gilda, La familia Cebolleta o Historias Verdes. La vida que llevó este hombre parece sacada del argumento de alguno de sus propios tebeos: Vázquez fue un completo caradura que no tenía ningún escrúpulo en perpetrar los peores engaños con tal de hacerse con unas pocas pesetas. Y Santiago Segura está muy bien en su interpretación de esta especie de reencarnación del pícaro del siglo de oro en la Barcelona del desarrollismo.
Y entre pufo y pufo la película también muestra una reconstrucción de la industria del cómic en aquellos años, de la vida de los dibujantes, de las relaciones entre colegas de profesión y de los conflictos permanentes con los jefes editoriales. No es de extrañar el mimo con que se ha reflejado este mundo si tenemos en cuenta que Óscar Aibar, el director de la película, se curtió en el mundo del cómic antes de ponerse detrás de las cámaras. De hecho por mis estanterías tengo ejemplares de su serie Nacido salvaje y Atolladero, con cuya adaptación el propio Aibar debutó en la gran pantalla
Lo malo es que la película resulta un poco irregular. La mezcla del tono realista en los momentos más dramáticos con el estilo de cómic en los momentos más disparatados no siempre cuaja bien, con lo que uno se encuentra momentos gloriosos seguidos de otros más insulsos.
El invierno del dibujante, de Paco Roca
Después de la premiadísima Arrugas Paco Roca publicó en 2010 El invierno del dibujante. Como os podéis imaginar, aquí también se narran los avatares de un grupo de dibujantes de cómics a finales de la década de los años cincuenta. Al igual que las otras dos, el relato también se centra en la industria editorial barcelonesa, y aquí más concretamente en lo que sucedió entre los años 1957 y 1959, cuando cinco de los dibujantes más afamados del momento (Cifré, Conti, Escobar, Giner y Peñarroya) desafiaron a la poderosa Ediciones Bruguera al independizarse y lanzar la revista Tiovivo. Alrededor de estos cinco autores por esta novela gráfica desfila todo un elenco de personajes perfectamente reconocibles por cualquiera que se haya criado con estos cómics: Víctor Mora, Vázquez, Robert Segura, Raf, Ibáñez… En El invierno del dibujante los conflictos empresariales se mezclan con los personales bajo la sombra de la omnipresente represión política. El resultado es un relato de amistades y traiciones, de ilusiones y de grandes decepciones, que termina por ser el más adulto de los tres, y también el más amargo.
Conclusión
¿Por cuál de los tres decidirse? Mentiría si dijera que son igual de buenas porque pienso que la película de Vázquez está por debajo de las otras dos. Pero sí que creo que es bello leer las tres obras e intentar hacer un ejercicio de triangulación para ver qué hay de ficción y qué hay de real en toda esta historia: la de una serie de autores que produjeron uno de los capítulos más bellos de la cultura popular española del siglo XX.
Pingback: El Pacto, de Paco Sordo - Spam de autorSpam de autor