El pasado domingo terminó la edición 2012 del festival In Edit Beefeater, que deja como gran triunfadora a ‘Searching for Sugar Man’, el documental sobre la carrera del olvidado Sixto Rodríguez que se ha llevado el Premio al Mejor Documental Musical Internacional y el Premio Beefeater (otorgado por el público). El palmarés se completa con ‘A Film About Kids and Music. Sant Andreu Jazz Band’, que ha conseguido el Premio al Mejor Documental Musical Nacional, y la mención especial del jurado para ‘Don’t Follow Me (I’m Lost). A Film About Boby Bare Jr.’
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Sixto Rodríguez, el Dylan hispano, graba dos discazos de 60’s folk-rock protesta y se esfuma mientras sus canciones son #1 en Sudáfrica. ¿Vive aún? Detectives y fans se unen para resolver el misterio en un trabajo más trepidante que un filme de aventuras.
(…) nunca el género “¿Dónde estará ahora?” había alcanzado las proporciones épicas de Searching for Sugarman. Es, de veras, igual que un filme de misterio. El desaparecido de marras es Sixto Rodríguez, de nombre artístico Rodríguez a secas, que a mediados de los sesenta grabó dos álbumes de espléndido y ácido folk-rock protesta en el sello Sussex, para luego esfumarse entre la bruma de los días. El documental procesa la búsqueda de aquel ignoto Dylan hispano-filipino sin dejar escapar spoilers, de forma que vamos quedándonos boquiabiertos en progresión creciente según avanza la trama. Fans, detectives y familia empiezan desmintiendo los primeros rumores (uno de los más extendidos era que se había pegado un tiro en directo), y vamos descubriendo que Rodríguez era famosísimo en Sudáfrica, donde se le veneraba más que a Rolling Stones y Beatles juntos. Más aún: sus canciones eran himnos para la juventud anti-apartheid blanca del país, y vendió millares de discos (sin cobrar royalties). Pero: ¿vive aún? El desenlace de este memorable docu-thriller tendrán que descubrirlo ustedes mismos.
A Film About Kids and Music. Sant Andreu Jazz Band
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Emotiva mirada a un hermoso (y exitoso) experimento. Escuela de música forma Big Band infantil. Tras el esfuerzo, un soñador: el dedicado director, Joan Chamorro. Pero cada niño es protagonista de esta historia de entusiasmo, docencia y magnífico swing.
Una emotiva mirada a un hermoso (y exitoso) experimento. Es fácil de explicar: una escuela de música de barrio forma una Big Band infantil. Tras el esfuerzo y la idea está un soñador: el dedicado director, Joan Chamorro. El profesor y alma mater del proyecto se muestra aquí como una mano firme pero afectuosa, un idealista que defiende que todo el mundo lleva talento dentro. Sus alumnos no son “cracks”, sino “niños normales de la calle que han sido incentivados”. El incentivo de Chamorro se basa en la pasión, y se moldea con su habilidad para transmitirla, sea con entusiasmo por el jazz o con la ocasional bronca cariñosa. Precisamente por ello en esta pieza cada niño es protagonista, y son ellos (los chicos de la calle, los hijos de sus madres) los que toman el protagonismo aquí: vemos sus vidas, sus inquietudes, sus aspiraciones y sus esfuerzos. Y lo que es mejor aún, les vemos en acción, una Big Band bien engrasada que engrosan magistrales músicos negros de jazz, en una actuación en el Palau de la Música que habla de entusiasmo, docencia bien dirigida y magnífico swing.
Don’t Follow Me (I’m Lost). A Film About Boby Bare Jr.
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¿Padre ejemplar o marido ausente, oveja negra o vástago modelo? Bobby Bare Jr., hijo indie-rocker de un ídolo country, malvive en la carretera como puede y le dejan. Una obra sincera y cariñosa que retrata el lado empinado del rock y la paternidad.
Varias circunstancias juegan en contra del indie-rocker Bobby Bare Jr. en la ruleta del éxito y la fama. Para empezar es el hijo de un auténtico ídolo de la música country (Bobby Bare Sr., talento mítico del Grand Ole Opry) y participó de niño en algunos duetos melindrosos con su progenitor. Eso nunca ayuda. Luego está su creciente progenie (cuatro hijos), una ex-esposa, el escaso reconocimiento mundial hacia su talento y una tendencia a ponerse gruñón (y más bien roñoso, por no decir decididamente explotador) con la banda de acompañamiento que le sufre. Don’t Follow Me (I’m Lost) cuestiona sus dicotomías: padre ejemplar o marido ausente, oveja negra o vástago modelo, genio incomprendido o incapaz gafado… Todas sus caras están aquí, en un filme sincero y cariñoso que, sin embargo, no esconde la cabeza a la hora de mostrar el lado no-simpático del protagonista (“No me vendo porque nadie me lo ha ofrecido”, declara). He aquí una obra que retrata el lado empinado del rock y la paternidad, y que recoge con fidelidad el tipo de vida que puede llevar un músico cuarentón no-agraciado, con un montón de facturas por pagar y un padre que siempre hace sombra.