The Velvet Underground en Ediciones Celeste en Ediciones Celeste
Vuelvo a la literatura musical publicada en España hace lustros, y esta vez para hablar sobre la dedicada a reproducir letras de canciones. Y más en concreto sobre las que se publicaron durante la década de los noventa, que son las que mejor he conocido.
A día de hoy todavía se publican algunos libros que recopilan letras de canciones, aunque poco tienen que ver con los que aparecieron en décadas pasadas. El momento del cambio lo marcó la llegada de internet, que hizo que la letra de cualquier canción se encontrara con un solo clic.
De hecho, recuerdo que en mis primeras travesías por la red (allá por 1997) uno de los objetivos principales era encontrar letras de canciones. Por ejemplo, tengo grabado a fuego en la memoria el día en que junto a algunos amigos localicé un sitio con las letras de Cannibal Corpse, que nunca venían incluidas en los libretos de los cds para evitar restricciones en su distribución, y cómo comprobamos con gozo que los textos de “Fucked with a Knife”, “Necropaedophile” o “Butchered at Birth” realmente eran tan salvajes como los habíamos imaginado.
Iron Maiden en la colección Espiral
Hasta hace no tanto el nivel medio de inglés entre la chavalada era pésimo (y dudo de que a día de hoy se esté cerca de alcanzar un nivel medio óptimo, pero estoy seguro que entonces era peor), así que si no se consultaba los textos de alguna manera (y a ser posible, acompañados de una traducción) no había manera de enterarse de qué se le pasaba por la cabeza al artista de turno. Si este no incluía las letras en el disco uno estaba vendido. Y si escuchabas música en cintas grabadas también. En ocasiones un locutor de radio traducía alguna canción, alguna revista reproducía algún texto o se podía ver en televisión algún videoclip subtitulado, aunque ninguna de estas opciones era demasiado frecuente. Así que los libros que compilaban letras de canciones eran una solución recurrente.
Por todo esto, estas recopilaciones tienen un carácter más bien instrumental, ya que simplemente pretendían hacer comprensibles unos textos cantados en un lenguaje que casi nadie era capaz de descifrar. Supongo que por eso las ediciones solían tener un carácter austero y también un precio reducido (normalmente por debajo de las 1000 pesetas), que en cierto modo las pondría cerca del formato de obras de referencia como manuales de álgebra o compilaciones de reglas de gramática que de la literatura comercial al uso.
En la era de internet ese formato ya no tiene sentido, así que las compilaciones de letras se han vuelto infinitamente menos frecuentes y están mucho más centradas en destacar el valor literario de los textos. Libros como “Noches de tránsito”, la selección de letras de Mark Kozelek, “Canciones de Juan Perro”, sobre Santiago Auserón, o “Madre, hermano, amante”, que repasa a Jarvis Cocker irían en esa dirección.
The cure en la colección Espiral
Las dos colecciones de libros dedicadas a las letras de canciones que más visibilidad tuvieron en la década de los noventa fueron Ediciones Celeste y Fundamentos.
La editorial madrileña Celeste lanzó a mediados de los noventa la colección «El sueño del cangrejo». Cada libro reproducía, como no, as letras de uno o varios discos que estuviera de moda en aquella temporada acompañadas de su correspondiente traducción; así, se podían encontrar volúmenes con colecciones de letras con cierto interés (como el de “Let Love In” de Nick Cave, el “Dog Man Star” de Suede o la llamada Antología del brit pop, que reunía las letras de “Wake Up!” de Boo Radleys, “The Great Scape” de Blur, “Morning Glory” de Oasis y “Common People” de Pulp), pero también otras con menos sentido, como las que correspondían a letras de los unplugged de Bob Dylan, de Nirvana, de Neil Young, de 10.000 Maniacs… o a recopilatorios de grandes éxitos como el de The Rolling Stones, David Bowie, Bruce Springsteen… que revelaban unos criterios editoriales que no tenían tanto que ver con intereses literarios o musicales sino más bien con intenciones meramente comerciales. En cualquier caso, los libros de esta colección solían tener una presentación atractiva, con ejemplares del tamaño de la caja de un cd, portadas coloristas y papel de buena calidad.
Catálogo de la colección «El sueño del cangrejo». El sacapuntas no venía incluido.
Una intención más rigurosa debía de estar detrás de los más de 300 volúmenes dedicados a las letras de canciones que publicó la colección Espiral de la Editorial Fundamentos hasta principios del siglo XXI. La edición era francamente austera: portadas tirando a feas, lomo casi siempre blanco con el nombre del grupo sobre el que versara ese ejemplar en letras negras, interior sin fotografías y papel un tanto basto que acentuaba ese carácter utilitario que comentaba unos párrafos más arriba. Pero lo que ahorraban en ornamentación lo invertían en exhaustividad: al contrario que en el caso de Ediciones Celeste, cada libro trataba de reproducir las letras de toda la discografía de cada artista (no como la colección anterior). Si un libro se quedaba corto se publicaba un nuevo tomo con más letras (cuyo título sería de nuevo el nombre del grupo seguido esta vez de el ordinal 2). Y si era necesario, se podía seguir más adelante: ahí estarían casos como los de los Rolling Stones, que habrían llegado hasta el cuarto volumen.
Los títulos de esta colección no se ceñían a los artistas más de moda en ese momento, con lo que había volúmenes dedicados a artistas no demasiado obvios o a grupos de estilos no especialmente comerciales. Siempre recuerdo el día que un amigo compró el libro dedicado a las letras de Joy Division. Estoy hablando de finales de la década de los noventa (supongo que 1998 o 1999), cuando estos mancunianos eran un grupo tirando a raro para el post grunge y la electrónica, que era lo que lo petaba en la música en aquel momento, y estaban muy lejos del nivel de popularidad que recuperaría con el revival que se ha vivido pocos años después. Aquel libro corrió por las manos de la cuadrilla como la pólvora, alucinábamos con que las letras estuvieran al mismo nivel que la música de la banda.
Hubo alguna editorial más que se fijó en las letras de las canciones pero no de una manera tan notable. Si algún día tengo un rato, les dedicaré algún otro post.