Una de las ideas que tenía en mente cuando creé este blog era reseñar artefactos (ya sabéis, libros, cómics, discos, pelis) que escapen de las clasificaciones convencionales. Por eso, una publicación tan inesperada en su taxonomía como La Rue de Percebe de la cultura… (Ed. Consonni, 2015) de la bilbaína Mery Cuesta tiene más que ganado su post en Spam de Autor. Diría que se trata de una especie de ensayozine en el que Cuesta reflexiona sobre las transformaciones que se han producido en los últimos lustros en los modelos de producción y distribución cultural, y también en la manera en que el conjunto de la sociedad se relaciona con el mundo de la cultura. El libro es breve, educa y entretiene. Lo tiene todo.
Según Cuesta, el desarrollo del llamado mundo digital ha trastocado profundamente las jerarquías –que en el libro aparecen representadas como el Rue Trece del Percebe del título- que antaño estructuraban las relaciones entre alta y baja cultura, entre cultura oficial y underground, o entre la cultura de masas y los movimientos minoritarios. A finales de la década de los noventa, la incipiente comunidad internáutica percibió la erosión a la que comenzaron a verse sometidas estas relaciones como un anuncio del advenimiento de una utopía neoigualitaria: se creía que el nuevo marco estaba destinado a propiciar una democratización radical de la creación y la difusión de la cultura, y que esto conduciría a un nuevo estadio de bienestar para la humanidad.
El paso de los años ha ido enfriando ese optimismo, y aquella nueva esperanza se ha visto eclipsada por un panorama siniestro: la esperada democratización más bien ha consistido en la implantación del neoliberalismo puro y crudo. Eso sí, la percepción de bienestar parece que no se ha esfumado. El exceso de estímulos al que nos vemos sometidos cada vez que nos asomamos a una pantalla nos deja aturdidos, con una tonta sensación de confort y seguridad. Este estado de embriaguez tecnológica es lo que Mery Cuesta llama la Niebla digital.
Para Cuesta, muchas de las personas nacidas entre las décadas de 1960 y 1970 actualmente vivimos en un estado de indefinición: somos conscientes de que el viejo esquema cultural del Rue Trece se ha descompuesto pero, abotargados por la placidez inducida por la Niebla Digital, tampoco llegamos a comprender el funcionamiento de las nuevas estructuras culturales.
La Rue de Percebe… no pretende funcionar como un ensayo ortodoxo. La forma en que se ha editado parece propia de un fanzine que de una publicación académica: entre parrafadas sesudas y bien documentadas aparecen páginas con algunos de los cómics más feos que os hayáis echado a los ojos. Del mismo modo, las reflexiones más sesudas se ven completadas con chistes sobre las élites culturales, en los que Cuesta cuela puyas a cuenta de las distintas formas de corrupción que se gestan en su seno.
Gracias a esto el libro presenta un tono más ligero. Al fin y al cabo, la autora admite que su intención no es sentar cátedra, sino simplemente plasmar una serie de inquietudes con ánimo de agitar tanto el fondo como la forma del debate sobre el estado actual de la cultura. Y, de paso, trata de explicar (y de quitar trascendencia) la situación respecto a la misma en la que se encuentra (nos encontramos, yo incluido) aquellos que ahora tienen entre 35 y 55 años, esto es, la generación que ha participado de manera más directa en el paso del mundo analógico al digital.
En ese sentido, muchas de las reflexiones que se plantean en el libro las podría haber firmado yo mismo. De hecho –y solo a modo de ejemplo-, esto que viene a continuación casi se merece un post propio.
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… animo a dejar de trabajar continuamente. Las tecnologías nos hacen estar hipercomunicados y “trabajando” todo el tiempo. Mantengamos vivo el espíritu antisistema de hacer cosas inútiles y dejar escapar el tiempo entre las manos.
En los últimos meses no he tenido tiempo de escribir sobre las cosas que se me pasan por la cabeza, y mucho menos de publicarlas por aquí. Uno de los asuntos que se han quedado sin su propio post es el desconcierto que a día de hoy me produce el mundo digital. Siento que las Redes Sociales mayoritarias han dejado de resultar útiles como simulación de relaciones con las personas de entornos más o menos próximos. La profesionalización de la actividad de estas redes, la explosión de los contenidos patrocinados y la invasión de perfiles falsos ha puesto el internet a rebosar de basura. Y, por desgracia, desde que marché de Santander buena parte de la información sobre cultura (y sobre mil asuntos más, claro está) me llega a través de estos canales, por lo cual he de estar más pendiente de ellos de lo que me gustaría.
Tampoco consigo elaborar contenidos dignos de salir en este blog. Generalmente trato de que mis textos aporten algo positivo, o al menos que no implique arrojar basura contra el ventilador que esparce la mierda por el infinito telemático. Y eso requiere de mucho tiempo, que es algo que ahora mismo me falta.
Por todo esto agradezco encontrarme con cositas como este Rue del Percebe. Al fin y al cabo, las reflexiones que se plantean en el libro sobre el fondo y la forma de la cultura no son tan distintas de algunas de las inquietudes que me hacen mantener este blog en marcha. Y, de hecho, Mary Cuesta está más capacitada que yo para dar forma a estas ideas. Gracias por ahorrarme el curro, Mery.