Blackie Books se caracteriza por publicar libros bonitos y bien editados, que cuando se regalan suelen cosechar agradecimientos porque de primeras entran muy bien por la vista. También es una editorial que suele prestar atención a temáticas cercanas al pop; no en vano Jan Martí, el fundador de la editorial, también ejerce de vocalista y teclista en el grupo Mendetz. Hasta ahora en el catálogo de Blackie Books se podían encontrar buenos ejemplos de literatura pop como “Cosas que los nietos deberían saber” de Mark Oliver Everett o “Stone Arabia” de Dana Spiotta. Y, desde hace unas semanas, también tienen en su catálogo “La canción de amor de Jonny Valentine” de Teddy Brown.
Jonny Valentine es un Justin Bieber cualquiera, un chaval de once años, hijo de la dependienta del supermercado de un pueblo perdido de los Estados Unidos, a quien un par de años atrás la vida le cambió, cuando le fichó una discográfica y su álbum de debut se convirtió en triple disco de platino. La novela, narrada en primer a persona, relata el día a día en la vida nada corriente de Jonny: conciertos, hoteles de lujo, ropa cara, entrevistas en la tv, paparazzis, guardaespaldas, ejecutivos de la industria de la música y de la publicidad… Jonny vive en la burbuja que para él ha creado Jane, su madre y su manager, en la que no hay hueco para más niños de su edad.
El libro rebosa mala baba, tanto en el retrato de las cutreces y las miserias de la industria del entretenimiento como en la caracterización del propio protagonista. Jonny puede despertar toda la ternura del mundo como niño de once años al que se le ha robado la infancia. Pero, sumido en un medio familiar desestructurado y aislado de la mayoría de las vivencias que corresponden a una infancia corriente, Jonny termina por ser un niño repelente –sí, como la purpurina que adorna la cubierta del libro-, endiosado y atrapado por el personaje que los que le rodean han creado: una mezcla entre ídolo repipi y máquina de amasar dinero.
El libro se lee del tirón; es una obra ligera, construida en la forma de una novela juvenil perversa. Es de esas lecturas que terminan antes de que dé tiempo a empezar a sacarle pegas. Y sí, algunas cosas no han quedado del todo redondas, pero no merece la pena desperdiciar líneas en reseñarlas. Leedlo y disfrutad.