Después de diez meses de hablar a todas horas sobre lo que es y lo que deja de ser el 2020, me da una pereza tremenda pensar en resúmenes de lo mejor del año y este tipo de historias. Total, tampoco tengo tanto que contar: me he pasado semanas y semanas encerrado en casa, apenas he visto películas enteras, casi todas las series y los cómics decentes que han caído tienen su propio post en el blog, y la mayoría de los libros que he leído han sido meros pasatiempos que en el fondo me han dado un poco igual.
Aunque sí que hace un par de semanas preparé una playlist con algunas de las 46 canciones que más he escuchado a lo largo de estos doce meses. Creo que esto es todo lo que puedo aportar a esta despedida del 2020.
Para ser sincero, en lo que atañe a las cosas sobre las que suelo hablar en este blog, solo soy capaz de destacar que este año me quedé sin ideas y se me fueron las ganas de redactar nuevos posts. Después de ni sé cuántos lustros escribiendo para internet prácticamente a diario, los sucesivos encierros me han llevado a darme cuenta de que lo importante de los cómics, las pelis o los conciertos es que al final te ponen en contacto con otras personas que terminan por hacerte compañía el resto del tiempo. Cuando estas personas desaparecen, todo lo demás pierde su sentido.
El caso es que hace un par de semanas, mientras repasaba discos de este año que había dejado pendientes de escuchar, llegué al How I’m Feeling Now de Charlie XCX y, bueno, se produjo un pequeño terremoto en mi interior. Me he quedado con la sensación de que este disco cuenta más cosas sobre mi 2020 que cualquier parrafada que yo pretenda redactar.
Estas canciones tratan sobre montar una microrave en el salón con los vídeos de fiestones de años anteriores que van saliendo en Twitch. Sobre videoconferencias en las que se organizan pinchadas que nunca se llegarán a celebrar porque al cabo de un par de días las restricciones volverán a endurecerse. Sobre tardes enteras recordando batallas de festivales que seguramente nunca volverán a celebrarse. Sobre avisar a todo correr por whatsapp de que han vuelto a confinarte, así que este mes tampoco podrás visitar a nadie de fuera de la ciudad. Sobre semanas y semanas en las que las únicas caras sin mascarilla son las que aparecen en la pantalla de tu móvil. Sobre meses y meses sin poder abrazarte con nadie.
En fin, tratan sobre construir una nueva vida a partir de los deshechos de lo que era el mundo hasta que todo se fue a la mierda a principios de marzo. Sobre recrear un millón de veces los recuerdos de momentos felices intentando que se materialicen, como imágenes proyectadas en las paredes con un viejo Cinexin. Sobre amueblar tu cabeza hasta conseguir que la compañía de la media docena de personas con las que formas una burbuja de convivencia te aporte la misma energía que antaño te daban los cientos de colegas con los que te cruzabas cada fin de semana.
Como cuenta la Wikipedia, el 18 de marzo, nada más comenzar el primer confinamiento, Charlie empezó a componer un nuevo álbum, y puso el 15 de mayo como fecha límite para que saliera publicado. Durante esos dos meses empezó a recibir consejos y aportaciones de amigos y fans, hasta que el proceso de grabación se convirtió en una especie de trabajo colaborativo a escala global coordinado en meetings de Zoom.
Al final, tras una paliza titánica, el disco vio la luz en la fecha prometida. Las canciones hablan sobre las mismas cosas que siempre ha cantado Charlie XCX (amarse, dejar de amarse, tirarse fiestones) pero supongo que el sonido mutante del productor A. G. Cook. hace que todo esto suene irreal, como todas las grandes cosas de este 2020. Sí, casi todos los momentos importantes de este año los he vivido en diferido, los he sentido desde la distancia, o han sucedido . Y Charlie lo ha pillado, y ha conseguido recrearlo como nadie más que yo haya escuchado. Escuchadla a ella y encontraréis lo que ha pasado este año dentro de mi cabeza.