I. La semana pasada saqué esta foto del expositor de un kiosko. Todas las revistas de “música juvenil” enseñando en su portada a gentes de hace décadas: Chuck Berry, Rolling Stones, AC DC, Helloween… Las únicas bandas actuales son Steel Panther de la portada de Popular 1 (una especie de tributo idiota al sleazy angelino de los ochenta), Mastodon en La Heavy (el titular Emperadores del progresivo lo dice todo) e Imelda May en la Ruta 66 (que se ha vuelto una señorona de lo más aburrida). Queda claro que la prensa ha renunciado a reflejar la actualidad musical para quedarse atrapada en un bucle retromaniaco. Pero esto también es el refelejo de una generación de lectores/oyentes (los que ahora tienen entre 35 y 45 años, que vienen a ser el target de estas publicaciones ahora que los más jóvenes han abandonado la prensa en papel) que juegan (jugamos) a ser jóvenes, pero que en realidad solo viven (vivimos) en el recuerdo permanente de un mundo del pasado.
II. El otro día me vi en uno de los mayores fueras de juego de mi vida como pinchadiscos. Preparé una sesión discotequera para una clientela que supuestamente no iba a bajar de los 35 años, y me encontré con que en el local pocos superaban los 25 años. La cosa rozó la tragedia: salvo momentos puntuales, la conexión entre el dj y la pista fue nula. Ojo: gran parte de las peticiones que me llegaron eran horrorosas sin posibilidad de remisión. Sin embargo, en los pocos momentos en que el contacto se hizo posible surgió otro problema: no había manera de integrar esas canciones con el resto de mi sesión. Simplemente, sonaban distintas. La mayoría de lo que yo suelo poner ronda los 110-130 bpms, mientras que ellos querían escuchar temas entre 60 y 70 bpms. Los compases de 4/4 no son la norma, y a veces son casi una excepción. El papel tradicional de los beats ahora lo ocupan otros sonidos diferentes. Incluso las melodías y los estribillos siguen esquemas que tampoco encajan en lo que uno está acostumbrado a poner. Es un lío ponerse a pinchar de nuevas cosas así.
III. El último single de Joe Crepúsculo se titula Música para adultos. En las primeras escuchas me interesó más el vídeo (videazo) que el tema en sí, que me pareció algo flojo. Sin embargo, mientras pinchaba el otro día, la letra fue cobrando sentido. Por fin entendí que la canción me habla directamente a mí. Los códigos estéticos a los que antes recurríamos para identificarnos como jóvenes y molones permanecen ahí, pero ya hemos dejado de ser jóvenes, y seguro que cada vez molamos menos. Chavales más jóvenes se identifican como tales por medio de otros códigos nuevos, en los que necesariamente la gente mayor ya no está incluida en el grupo de cosas molonas. Porque la gente mayor lo único que hace es quejarse de que los más jóvenes aún no son viejos y aburridos, como a ellos les gustaría.
IV. Chavales que no entienden qué diversión hay en el italodisco, en el post punk, en el indie de baile, ni mucho menos en Los Planetas. Ni lo entienden, ni tienen ganas de buscarle el sentido. Frente a ellos, gente mayor que hace años descubrió que la ironía era una buena herramienta para neutralizar los símbolos y los mitos que les negaban su espacio en el mundo, pero que ahora rechaza sin ningún tipo de ironía que se está haciendo vieja. Que ya no juega en la liga de los que realmente se lo está pasando en grande. La juerga ya no consiste en aparentar que todavía se es una cosa que ya no existe, porque hace tiempo que el tiempo se la ha robado para sí.
V. Recuerdo la época en que los Pet Shop Boys se habían convertido en música para hermanos mayores. De hecho, yo aún era demasiado pequeño cuando ellos vivían su momento de mayor gloria. Tardé años en fijarme en la letra de Being Boring, una canción que ahora me emociona de mala manera. Los Pet Shop Boys hablan en pasado sobre la juventud que se les fue… pero en realidad el tiempo no había hecho que se desvaneciera la magia: ellos seguían molando más que los demás.
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‘Cause we were never being boring
We had too much time to find for ourselves
And we were never being boring
We dressed up and fought, then thought: «Make amends»
And we were never holding back or worried that
Time would come to an end
We were always hoping that, looking back
You could always rely on a friend
Cumplir años no debería obligar a nadie a caer atrapado en las trampas de la nostalgia. El presente sigue siendo nuestro, y mola tanto como hace veinte años. Pero nuestro sitio dentro de él ha cambiado. De todas formas, tampoco se está tan mal aquí. Solo es cuestión de encontrar la manera de sentirse cómodo y no convertirse en un estorbo.
PD. Esta de Ms. Nina me gusta mucho.
Tienes razón en la inmensa mayoría de puntos. Te gustan Los Planetas porque eres un pureta, que dicen, y la mayoría de los puretas (entre los que lógicamente me incluyo), no tienen interés ni curiosidad en saber que se cuece en la actualidad.
Lo de las revistas es vergonzoso. Entre las que tu pones que directamente están ancladas en el pasado y otras estilo Rockdelux, que solo se dedica a posturear y Mondosonoro, que costurea demasiado destacando a sus amigos (aún así es la mejor).
La diferencia generacional ha existido siempre solo que ahora mismo y por primera vez, la música que escuchan los jóvenes es muchísimo peor que la de los puretas actuales.
Qué va a quedar del reggaeton? del trap? de las canciones prefabricadas y autotuneadas de pop de consumo efímero? Nada. Son reflejo de la forma de consumir música hoy en día: canciones digitales de permanencia ínfima.
Quién de estos «jóvenes» se ha tenido que esforzar por adquirir un disco? Quién de ellos quiere a ese disco?. That’s the question
Abrazos