El pasado fin de semana me acerqué a Madrid para asistir a una nueva edición del Madrid Popfets. Se trata de una cita pequeña y selecta, un poco para entendidos (la mayoría de personas a las que he intentado explicar lo que he ido a hacer ahí abajo creo que no han entendido ni media) pero que me ha hecho regresar bastante feliz. Y eso que mi estado de salud durante el festival ha sido lamentable, y ahora que estoy de vuelta en casa está siendo incluso peor.
¿Pero qué ha hecho que este festival me haya llenado de satisfacción? Voy a tratar de explicarlo en unos pocos puntos.
–Arriba los festivales pequeños. Siempre me han saturado los festivales masivos con decenas de miles de espectadores, horarios de actuaciones llenos de solapes, enormes colas para cualquier cosas, precios desorbitados para la comida y la bebida… por eso me siento a gusto en el circuito de pequeños festivales que rechazan entrar en ese juego. Lurrazpiko, Autoplacer, Niebla o este mismo Madrid Popfest serían ejemplos de cómo montar festivales a una escala humana, en los que el visitante puede sentirse integrado como una parte esencial de todo lo que está sucediendo, y no solo como un autómata al que solo se le requiere en el momento en que toca aflojar la pasta.
–El formato Popfest. En el fanzine del festival los miembros de la organización hablan de que el fstival “se organiza gracias al esfuerzo participativo de muchos de los miembros de la asociación Popfest, siempre desde la total autogestión, sin ánimo de lucro y sin patrocinadores (…) El Madrid Popfest tiene como fin último promover y acercar la cultura indiepop al mayor número de personas posible, entendiendo esta en su versión original, como una experiencia de autoorganización al margen del mercado”. Supongo que es difícil que en España se llegue a ver eso tan anglosajón de una Working Class comprometida con el arte y la cultura pop, con chavales que al terminar su turno en la fábrica se juntan para componer con su grupo canciones de melodías celestiales… pero creo que el espíritu Madrid Popfest se acerca bastante a todo esto.
–Las bandas. La selección del elenco de artistas está hecha con todo el amor del mundo. Sin presiones de managers ni de patrocinadores. Claro, así es muy fácil que el nivel medio sea altísimo (apenas tres bandas me dejaron indiferentes, cuando estoy acostumbrado a ir a festivales donde las horas en las que desfilan por el escenario grupos que me parecen de relleno se me hacen interminables), y que vuelva a casa con un puñado de descubrimientos en la mochila. Pues sí, Horsebeach o Colour Me Wednesday han sido grandes sorpresas. Jessica & The Fletchers o Los Animalitos del Bosque han sido grandes confirmaciones. Sierra o Sagrado Corazón de Jesús me han emocionado de nuevo con sus canciones. Y Francisco Nixon o Parade dejaron claro que la veteranía bien empleada permite generar grandes maravillas.
–El público. Debió de haber unas 300 personas cada día. Y yo diría que al menos un 90% era consciente del tipo de sitio en el que estaba y habían venido a disfrutar al máximo. En medio de gente así, una vez más, es difícil no sentirse a gusto. Además, a base de ir a saraos de este tipo ya vas conociendo a gente, así que el compadreo y el buen rollo sale por sí solo.
Por otro lado, entre la gente de todas partes de la península, fue muy bonito ver que habían una nutrida representación cántabra. Poco a poco hemos ido haciendo piña y nos dejamos ver.
–Juan de Pablos. Es mi presentador favorito de Radio 3, y un gran referente cultural a todos los niveles. Así que no pude evitar acercarme a darle un abrazo, decirle todo lo que le aprecio y sacarme una foto con él. Al final estuve muy cerca de él durante mucho del tiempo que él pasó en el festival.
Más tarde, cuando este martes en su programa hizo un resumen del Madrid Popfest, no pude evitar emocionarme. Ese programa quedará en mi recuerdo como uno de mis favoritos entre las miles de veces que he escuchado Flor de Pasión.
–Los agradecimientos. Nunca antes mi nombre había aparecido el primero en la lista de agradecimientos de un festival. Ni que decir tiene que cuando lo vi impreso en el fanzine me emocioné bastante, porque además el fanzine ha quedado verdaderamente precioso. Me pidieron que echara una mano, lo hice prácticamente a ciegas… y, visto el resultado, soy yo el que tengo que dar las gracias porque me hayan dejado participar. ¡Muchas gracias!
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