Una de videojuegos

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Con todo el tiempo que pierdo con los videojuegos, ya iba siendo hora de que les dedicara un post. A día de hoy le suelo dar a cosas actuales en la XBOX360 y en el móvil, pero lo que realmente me apasiona es el retro gaming. La infinidad de horas que dediqué de chaval a la NES, la Master System, la Game Boy, a los salones recreativos y a las máquinas de los bares, a la Super Nintendo, al Spectrum y a casi cualquier juego con botones y lucecitas ha dejado huella, así que en cierto modo sigo atrapado en lo que salió desde principios de la década de los ochenta hasta mediados de los noventa. Soy el tipo de jugador al que le resulta incómodo ver en listas de los mejores juegos de la historia cosas que aparecieron ya para Playstation 1 o 2, ya que apenas dediqué tiempo a esas consolas mientras duró su vida comercial. De hecho, entre el año 2000 y el 2010 prácticamente solo jugué a emuladores de consolas clásicas. Así que cuando me pongo a pensar en anécdotas en las que se cruzan el mundo de la música y el de los videojuegos solo se me ocurren cosas que hacen referencia a mis años de mocedad.

En realidad, es mucho más sencillo pensar en conexiones entre música y videojuegos publicados en los últimos años, ya que a día de hoy la industria del entretenimiento ha encontrado innumerables fórmulas para que ambos mundo estén firmemente enlazados. Cualquier juego actual cuenta con una banda sonora impresionante; tardaré en olvidar los sustos me he pegué cuando «Up Jumped the Devil» de Nick Cave empezó a sonar en Alan Wake, o cuando escuché «Heron Blue» en Gears of War 3, aunque estas sorpresas se están convirtiendo en algo tan frecuente que cada vez le doy menos importancia. Sin embargo, este tipo de cruces apenas se daban en los años ochenta y los primeros noventa, a pesar de que los guiños al mundo del cine o del cómic sí que eran frecuentes. Supongo que las limitaciones de los chips de sonido de los aparatos de aquella época hicieron que estos contactos fueran anecdóticos y a menudo un tanto bizarros. Ahí van algunos ejemplos.

Scientist vs…

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En 1981 Scientist, el proyecto del jamaicano Linval Thompson, publicó el disco «Meets Space Invaders«, que incluía títulos tan gráficos como «Red Shift», «Beam Down» o «Laser Attack». El álbum es una auténtica joya del dub, pero más allá de sus argumentos meramente musicales siempre me ha gustado muchísimo esa portada (que compite en mi ranking de mejores cubiertas de la historia del reggae con la de «Super Ape» y «The Return of the Super Ape» de The Upsetters). Los guiños de Scientist al mundo de los salones recreativos no quedaron ahí, y en 1982 publicó «Scientists Encounters Pac-Man«.

En realidad los homenajes de Scientist no se limitaron al mundo de los videojuegos: en las portadas de sus discos de principios de los ochenta se le pudo ver ganando la Copa del Mundo de Fútbol o liberando al mundo de la terrible maldición de los vampiros. Pero aquí he venido a hablar de marcianitoss.

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Por cierto, si pienso en la imaginería al estilo G.I.Joe de Major Lazer, llego a la conclusión de que Diplo -el hombre detrás de Marjor Lazer- él también comparte la adoración por la estética de las portadas de Scientist.

Sonido 8 bits

Ya comenté más arriba las limitaciones de los chips de sonido de las recreativas y las consolas de 8 bits (NES, Master System, Amstrad, Amiga…). Ahí he colgado la canción principal del primer juego de la saga Double Dragon, que me parece alucinante, aunque la mayoría de la gente dice que suena a rayos. La cosa es que a estas bandas sonoras no se les ha prestado demasiada atención por parte del público melómano prácticamente hasta bien entrado el siglo XXI, cuando escenas musicales muy diferentes han empezado a reivindicarlas. Para no volveros locos voy a poner solo dos ejemplos.

El debut de Crystal Castles (mi disco preferido del grupo) apareció en 2008 y era una burrada electropunk construida a base de sonidos de videojuego. Lo cierto es que no recuerdo ningún grupo que hasta ese momento hubiera cosechado algo de éxito con sonidos de este tipo. Con sus álbumes posteriores la fama de la banda creció, pero en ellos abandonaron los 8 bits y se tiraron a hacer cosas que o bien no me parecieron tan originales o sencillamente no me impactaron de la misma manera.

En el año 2009 se publicó el disco de Debut de Antigua y Barbuda, un grupo pamplonica de metal que se podría encuadrar en lo que algunos llamaron nintendocore. A grandes rasgos, se trataba de una revisión en clave irónica del sonido del metal más o menos clásico, mezclado con sonidos propiso de la generación de videojuegos 8 bits. Lo cierto es que en los videojuegos de aquella época la estética cyberpunk era bastante habitual, y también era frecuente que la banda sonora para esas peleas contra punkies o heavies estuviera compuesta de remedos en 8 bits de canciones de power o incluso de thrash metal con sus riffs rudos y sus solos trepidantes.

Esto del nintendocore dio pie a incontables engendros que no me voy a molestar ni en citar, pero a día de hoy este disco me sigue pareciendo algo bastante grande.

Los Koopas de Super Mario bros. 3

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No tengo ninguna duda de que el Super Mario Bros. 3 es el mejor juego de todos los tiempos. Supongo que a estas alturas todo el mundo lo conoce, así que no voy a perder el tiempo en dar demasiadas explicaciones. La cosa es que el Mario 3 era bueno hasta en sus detalles más recónditos. Uno de los menos recordados es el de los enemigos del final de cada mundo, esto es, los hermanos Koopa, a los que se les bautizó con nombres que hacían referencia a Beethoven, a Lemmy Kilmister, a Iggy Pop, a Roy Orbison e incluso a Wendy O. Williams de los Plasmatics. A día de hoy, cada vez que veo una de estas fotos de familia todavía me emociono.

Lo malo de acumular chatarra durante tantos años es que a veces es imposible localizar algo rápidamente, y eso es lo que me ha pasado con el libro de instrucciones original del juego, que no recuerdo dónde lo metí la última vez que lo eché una hojeada. Así que he puesto una imagen que he encontrado por internet en la que salen todos los hermanos Koopa, aunque no es exactamente la ilustración original que traía el cartucho de la NES. A ver si lo localizo pronto y puedo corregirlo.

Continuará…

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